Existe una "extraña" coincidencia en el momento en que aparecen "a pululu" en el mercado negro determinados alimentos que forman parte de la canasta bàsica familiar, y cuando se anuncia o llegan esas mismas mercancías a nuestras bodegas.
Si quieres ir al seguro a tu tienda a buscar la cuota normada de jabón o la de huevos a tu carnicería, basta comprobar antes si los están ofertando en esa sucursal de la ilegal bolsa llamada Revolico o en las estanterías de cualquier timbiriche de esquina e, incluso, regados en el piso en determinados puntos, que son como un monumento al más caótico de los "estilos" de venta.
Eso pocas veces falla y es sintomático. Cuando he hablado del tema con algunos de esos "comerciantes" me han dicho, como si una viviera en otra galaxia, que se abastecen con lo que algunos le dan a vender de su cuota normada. Y hasta hay quien ha alegado que cada cual hace con sus mandados lo que mejor le parezca.
Eso de vender lo que después necesitas es verdad, pero lo de la procedencia, eso no se lo creen ni ellos mismos. Saben que provienen del mismo sitio donde la falta de control permite llevar al mercado subterráneo (que no es tan subterráneo) esos y muchísimos otros productos normados.
Nadie o, al menos, no tantos, como supuestos abastecedores tienen, se van a privar de lo que tan racionalmente le toca, y en el caso de que lo hagan, ese mercado no podría mantener la venta durante tanto tiempo, porque los revendedores no tienen fábricas de jabón ni granja de ponedoras ni industrias ni nada que no sea la compra y reventa a precios abusivos.
Y hablo de esos bienes, pero igual pudiera mencionar el aceite que venden a cada núcleo en establecimientos pertenecientes a la cadena de Tiendas Recaudadoras de Divisa (TRD) y de la corporación Cimex. Se sabe, por otra parte, que muchas veces en esos lugares, incluso en las bodegas de Comercio, hay consumidores cuyas necesidades quedan pendientes para la próxima vuelta, si la hay.
Con los malabares que casi siempre es preciso hacer para distribuir cada mes la canasta básica y otros suministros que complementan la alimentación, principalmente por poca disponibilidad de combustible, es muy poco probable que no lleguen completos a alguna bodega, pues incluso muchas veces, con el producto en almacén, se retarda la entrega en espera de otros por llegar.
Casi desde que tengo la mayoría de edad, he escuchado en boca de los expertos lo mismo que dice la gente en la calle, con la única diferencia de las terminologías: La economía clandestina se dedica a hacer circular o recircular bienes o servicios deficitarios y se alimenta, por lo general, del descontrol en las entidades del Estado, dicen unos. Están robando a la cara, opinan otros.
Los estudiosos aseguran que el mercado negro surgió como consecuencia de la insuficiencia de la oferta estatal a la población, y se acrecentó y consolidó por la emisión monetaria sin contrapartida mercantil.
Si en un inicio la población acudía a la “economía sumergida” para mejorar la estructura de su consumo, con el déficit generalizado en la actualidad se ha convertido prácticamente en la única opción para conseguir desde jabones y huevos, hasta plátano burro.
Es una realidad ante la cual no parece ser efectivo el llamado a más control y combate popular al robo o desvío de los recursos destinados al pueblo a precios no especulativos. Con la necesidad es muy difícil que la gente pregunte la procedencia de lo que le ofertan o arremeta contra quienes les están resolviendo su problema, sencillamente los compran y punto, porque puede ser que mañana ni en ese informal mercado los puedan encontrar.
No vamos a llegar a nada si seguimos repitiendo, como consigna, el llamado a no hacernos cómplices de esas ilegalidades. Sería muy bueno, pero lamentablemente son meras entelequias y como tales ponen en tela de juicio, no a la población, sino a las autoridades.
Cuando el pueblo dice, con buen juicio y evidencias, que están robando a la cara y no hacen nada, no se refiere a sí mismo, sino a quienes corresponde el control estatal, y en eso también le asiste la razón.
Porque, por otro lado, suficientes estructuras de Gobierno tenemos para impedir que vaya a parar a manos de revendedores lo que tanto le cuesta al país para poder subsidiar muchos productos de la canasta básica a los que tenemos derecho absolutamente todos, incluso, esos revendedores de los mandados que nos tocan por la libreta.
Hace falta que coincidan en tiempo y espacio los infractores y todo el que tiene responsabilidad en la fiscalización de esos recursos que no deben llegar a la bolsa negra.