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El jurista mayorEn 1952 Fidel, como abogado, defendía gente muy humilde, no cobraba y no tenía otro empleo. Estaba dedicado a tiempo completo a la lucha revolucionaria, a la organización armada para el asalto al Cuartel Moncada.Fidel Castro Ruz, es de los políticos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, pero detrás de ese genio político hubo un joven que se graduó y ejerció la abogacía, lo cual fue vital en la conformación de su personalidad.

La primera referencia sobre su inclinación por el Derecho es de su último año de pre universitario de letras en el Colegio de Belén en 1945, cuando participa en un debate parlamentario relacionado con un proyecto sobre la enseñanza presentado ante el Congreso de la República, donde explica las diferencias del papel del Estado en la instrucción privada en diversos países.

 

En varias ocasiones mostró su inclinación por otras ciencias, y expresó que el estudio de las leyes no figuraba entre sus preferencias. Era, en su opinión, mejor en Matemática que en Gramática, la encontraba más lógica, más exacta.

Estudié derecho –decía- porque discutía mucho, y todos afirmaban que iba a ser abogado.

 

El joven estudiante ingresó en la Universidad de la Habana el 4 de septiembre de 1945 como aspirante al título de Doctor en Derecho y Contador Público. El 5 de septiembre de 1950 defendió su tesis de graduación y obtuvo sobresaliente calificación. Tras graduarse abrió un bufete (Tejadillo no. 57, en la Habana Vieja) el cual registra en el Colegio de Abogados de La Habana el 10 de noviembre de 1950 junto a Jorge Azpiazo Núñez de Villavicencio y Rafael Resende Vigoa, compañeros de estudio con quienes se inició en el mundo de las togas y la balanza.

 

De esta forma comenzó la actividad profesional del joven Fidel Castro Ruz y con ello se abrió una etapa de mayor acercamiento a la realidad del país, palpó la necesidad de los sectores más humildes y presenció personalmente las injusticias de la época.

 

El ejercicio de una de las profesiones mejor pagadas de la sociedad le vislumbraba un futuro próspero, pero los intereses del novel letrado no miraban hacia qué lado se vivía mejor, sino de qué lado estaba el deber.

 

El nuevo abogado estaba lejos de ser un letrado de corte tradicional. Los procesos judiciales en los que se involucró develan que se convertía en un abogado político, en uno que empleó la toga como un arma de lucha revolucionaria contra el decadente régimen del país.

 

Defendió causas en las que se descubrían la corrupción, el mal manejo de los fondos públicos y las debilidades del sistema judicial imperante.

 

Buscaba su estrategia en la denuncia pública y las movilizaciones políticas, dos armas temidas por los regímenes de la época.

 

Décadas después recordaba.

 

“Defendí distintas causas de gente pobre, cuando existían serios problemas de tierras, de gentes a las que querían desahuciar, yo los representaba, hablaba con ellos, organizaba la agitación política, la denuncia, no seguía precisamente el método tradicional, el estilo jurídico. Defendía a la gente no con argumentos estrictamente legales, porque desde la legalidad a lo mejor los podían sacar o desalojarlos, pero al mismo tiempo se comete un abuso de poder, un acto inhumano, un acto injusto”.

 

No temió denunciar al jefe de la Policía Nacional Rafael Casals, por el asesinato del obrero Carlos Rodríguez y en defender a los pobladores de los barrios La Pelusa y La Timba, ambas comunidades aledañas a lo que es hoy la Plaza de la Revolución José Martí, así como en denunciar públicamente a los presidentes Carlos Prío Socarrás y Fulgencio Batista Zaldívar.

 

Para 1951, el ambiente político en Cuba empezó a entrar en efervescencia debido a las cercanías de las elecciones generales de junio de 1952. El suicidio del líder Ortodoxo Eduardo Chibás, en agosto de 1951, virtual ganador, complejizó la situación del país. Fue un factor decisivo para que Batista se decidiera por el golpe de estado del 10 de marzo.

 

Para Fidel fue un periodo intenso, se había presentado como candidato a la Cámara de Representantes y con frecuencia discursaba en mítines y hablaba en la radio.

 

Tenía definida una estrategia en caso de llegar al Parlamento. Cuba había cambiado de la noche a la mañana, y las vías legales y políticas se habían agotado. El cambio de las circunstancias obligó al hombre de la nueva toga a tomar el fusil.

 

Luego de los sucesos del Moncada y su histórico alegato de auto defensa conocido como La Historia me Absolverá, devenida en una clase magistral de derecho, Fidel no ejerció más la abogacía como profesional.

 

La conformación del Sistema Judicial del país, posterior a 1959, no se explica sin la sabia conducción, los conocimientos y el magisterio de Fidel Castro.

 

Su impronta en las presentes y futuras generaciones de juristas constituye valioso legado y guía en el ejercicio de la profesión.

 

En el 98 aniversario de su nacimiento, gracias Fidel.