En carta a Celia Sánchez Manduley fechada el 5 de junio de 1958 en el campamento rebelde de Las Mercedes, en la Sierra Maestra, Fidel Castro Ruz, leyenda con grados de Comandante en Jefe, interpretaba la misión histórica que le depararía el futuro y por su ejemplo a sus continuadores, los cubanos dignos.
Datan de 1767, diez años antes de la independencia de las 13 Colonias (4 de julio de 1776), los apetitos norteños por la isla caribeña. Benjamín Franklin, uno de los padres fundadores de la Unión, escribía entonces sobre la necesidad de adueñarse del Valle del Mississippi “...para ser usado contra Cuba o México mismo (...)”.
Las pretensiones anexionistas se disfrazaron como Destino Manifiesto, América para los americanos y Fruta Madura... hasta la Enmienda Platt, consumación de sueños rotos por la Revolución Cubana, conducida por un hombre que nunca pudieron eliminar: Fidel Castro Ruz.
Dwigh David Eisenhower (1953-1961) resultó el primero de diez adversarios, unos más encarnizados que otros, pero todos aferrados a la idea de doblegarnos.
Amamantó la dictadura de Batista y nunca perdonó al Joven Barbudo que barriera la tiranía. Trazó la agresiva línea de conducta que incluyó el rompimiento de las relaciones con Cuba el 3 de enero de 1961 y llevó a política de Estado, el Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro.
Para entonces ya había declarado (6 de abril de 1960) su intención de provocar “el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno cubano”, acciones que desató y continuó su sucesor, John Fitzgerald Kennedy (1961-1963).
Kennedy autorizó la Operación Mangosta y recibió la bochornosa derrota de Girón; decretó a las 12:01 del 7 de febrero de 1962 “el embargo sobre el comercio de Estados Unidos y Cuba”, y desató la Crisis de Octubre (de los Misiles) en 1962, que puso al mundo al borde de la guerra termonuclear.
Una apurada revisión de acciones contra la Isla vincula a Lyndon Baines Johnson (1963-1969) con la guerra biológica y el bandidismo, y junto a Richard Milhous Nixon (1969-1974), con La Ley de Ajuste Cubano, que tanta muerte y dolor provoca; ahí está el trascendental caso del niño Elián González, que marcó en el diferendo otra derrota Imperial: el inicio de la Batalla de Ideas.
La administración de Gerald Ford (1974-1977), se involucra en el apadrinamiento a terroristas de la talla de Posada Carriles y sabotajes tan salvajes como la voladura en pleno vuelo del avión de Cubana en Barbados.
En época de James Carter (1977-1981) aparecen las agresiones biológicas y el incentivo de la emigración anárquica, masiva e ilegal; Ronald Wilson Reagan (1981-1989) introduce enfermedades como el dengue hemorrágico y ordena la invasión a Granada; y George Bush -padre- (1989-1993), desafina en el coro que apostaba al derrumbe de la Revolución como había ocurrido con el campo socialista y la URSS.
William Jefferson Clinton (1993-2000) apretó el nudo económico con la vengativa firma de la Ley Helms-Burton tras el derribo de las avionetas que violaron el espacio aéreo cubano en franca provocación.
Hasta el 2006, cuando en el mes de julio el Invicto Comandante lega la conducción de la Revolución a su hermano y General de Ejército Raúl Castro Ruz, había enfrentado y derrotado a 10 presidentes imperiales, el último, George Bush, hijo, (2001-2009), seguidor de la estela de agresiones contra la Isla Irredenta. Sumaban hasta ese instante 45 años de acoso, agresiones, y ahijamiento a bandas de cuatreros y terroristas que han provocado en la Isla dos mil 354 muertos y mil 183 incapacitados.
Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores, durante la presentación del proyecto de Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, en la ONU, el 30 de octubre de 2024, denunciaba que las pérdidas económicas por el bloqueo alcanzaban los 89 mil millones de dólares con daños ascendentes al billón 499 mil 710 millones de dólares, tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro.
El bloqueo contra Cuba, guerra económica, financiera y comercial califica como crimen de genocidio. Es violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos. Seis de cada diez cubanos nacieron y vivieron bajo el sostenido y brutal sistema de sanciones decretado por Kennedy y endurecido por engendros como las leyes Helms-Burton, Torricelli y más recientemente por el paquete de brutales medidas aprobadas por Donald Trump.
Criminales sabotajes como La Coubre, El Encanto y el avión de Barbados; ataques aéreos y piratas, quema de cañaverales, asesinatos de maestros y campesinos durante la Campaña de Alfabetización de 1961, incitación a la emigración ilegal, provocaciones, torturas y crímenes en la base naval de Guantánamo; agresiones biológicas fueron consentidas por los mandatarios imperiales.
A contrapelo la Revolución aumenta su prestigio en la arena internacional y presenta un limpio currículo y una colosal obra a favor de su pueblo y el mundo.
Trece emperadores fueron derrotados por la Revolución en los últimos 66 años, como lo será también Donald Trump, el número 14, en su segunda aparición y todos aquellos que no miren a la Isla con respeto a la soberanía e independencia ganada definitivamente por los barbudos de la Sierra Maestra, con su Comandante en Jefe al frente.
Las palabras a Celia siguen en pie en los continuadores de la obra del Líder histórico de la Revolución Cubana: Raúl, que condujo la nación en las postrimerías del gobierno de Bush, el hijo, y Barack Obama, en cuyo epílogo de mandato con sus cantos de sirena se normalizaron las relaciones entre ambos países, restablecieron embajadas y Cuba fue retirada de la espuria lista de Patrocinadores del Terrorismo.
Pero el odio imperial es padecimiento crónico. Sin quitar el pie del estribo los Padres fundadores de la Revolución pasaron el bastón a las nuevas generaciones y los apetitos del Norte se incentivaron, dudaron de la continuidad revolucionaria representada por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, equívoco del republicano Donald Trump desde su primer período presidencial (2017-2021), cuando al mejor estilo de Eisenhower decretó 240 medidas de recrudecimiento del bloqueo.
Joe Biden, su predecesor (2021-2025) las mantuvo hasta los días finales de su mandato (14 de enero) cuando sacó a la Isla de la espuria lista de patrocinadores del terrorismo, decisión calificada por el MINREX como seria, importante y en la dirección correcta, aunque muy limitada y tardía.
Como era de esperar, seis días después, tras asumir por un segundo mandato, Donald Trump, volvió a incluir a la Isla en la espuria lista. Comienza otra etapa de cerco y agresiones, ahora calentada más por Marcos Rubio, furibundo anticubano que ejerce como secretario de Estado del Imperio, de quienes solo se puede esperar medidas de asfixia que no reparan en la expulsión de los inmigrantes latinos, entre ellos cubanos, pese a que signifique ausencia de manos de obra barata en un mercado laboral impropio para los supremacistas norteamericanos.
Catorce son hasta hoy los emperadores que rumiaron su odio contra la Isla Irredenta, donde en unidad el pueblo resiste y avanza, porque de Fidel, somos continuidad.