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mujer sufriendo ciberacosoDurante la era digital el contacto humano se ha trasladado en buena parte a pantallas y redes sociales. A la par de las múltiples bondades que ofrece ese entorno, también han aparecido amenazas, que muchas veces desestimamos o subvaloramos, sin embargo, su presencia puede ser muy perjudicial.

El ciberacoso se ha convertido en uno de esos enemigos reales, cotidianos, y, muchas veces, invisibles que todo usuario de internet debería tener presente.

Según el informe Global Cyberbullying Survey 2024, de la ONG Ditch the Label, uno de cada tres jóvenes ha sido víctima de ciberacoso, y un 42 por ciento declaró haber sido testigo de comportamientos abusivos en línea.

Las plataformas más frecuentemente vinculadas a estas prácticas son Instagram, TikTok, Facebook y X (antes Twitter), debido a su gran volumen de usuarios y la facilidad para crear perfiles anónimos o falsos. WhatsApp y Telegram también pueden prestarse para esos asedios. Así que atentos.

En estas redes, el acoso adopta muchas formas: insultos, humillaciones públicas, difusión de imágenes sin consentimiento, amenazas o exclusión social digital.

Pero no todo está perdido. Hay formas eficaces de evitar o mitigar el impacto del ciberacoso.

Los expertos sugieren configurar bien la privacidad, por ejemplo. La mayoría de redes permiten controlar quién puede ver nuestras publicaciones, comentarlas o escribirnos mensajes. Es vital revisar y ajustar estas opciones con frecuencia.

Igualmente es fundamental cuidar la información que compartimos en línea. Datos personales, fotos íntimas o ubicaciones en tiempo real pueden ser utilizados maliciosamente.

Bloquear y denunciar es otra vía, no siempre empleada o conocida. Ante el primer signo de acoso, no hay que dudar en bloquear al agresor y reportar su conducta. Las plataformas, aunque lentas a veces, sí tienen mecanismos para actuar.

Guardar evidencia, también es importante. Hacer capturas de pantalla, enlaces o mensajes, todo debe ser conservado en caso de que la situación escale más allá de lo digital y se requiera presentar una denuncia ante las autoridades.

También, de ser posible evite responder al atacante. En muchos casos, los acosadores buscan precisamente una reacción emocional. El silencio y la indiferencia pueden ser más poderosos que cualquier réplica.

Por último y no menos importante, está la opción de hablarlo y buscar apoyo ante estas situaciones. Nadie debería enfrentar el acoso en soledad. Contarlo a amigos, familia o profesionales puede marcar la diferencia y evitar consecuencias más graves como la ansiedad, el aislamiento o incluso la depresión.

En el ámbito familiar y educativo, fomentar el diálogo abierto sobre lo que ocurre en internet es clave.

El ciberacoso no es un problema menor. Es una forma de violencia que, como sociedad, debemos combatir con herramientas digitales, empatía y educación. Protegernos, y proteger a los más vulnerables, es responsabilidad de todos.

En la red, como en la vida real, todos merecemos sentirnos seguros.