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ilustracion buzoVoy muy oronda a botar desechos hogareños a la esquina donde está el emplazamiento de los destartalados contenedores de la vecindad ¿y qué creen? Cuando lancé las jabas con los desechos salió de dentro del latón de la basura, un hombre y me ha mandado a echar "esa porquería", así me dijo, para otro lado. Molesto, muy irritado, lamentó:

- La gente no se cansa de joder, no se puede vivir en paz.

Di tu...., pensé.

Yo con los de Comunales no tengo mucha empatía, por lo menos con los que frecuentan mi barrio. Pero con estas personas que solo ellos saben qué los llevó a la basura, sí, las quiero y respeto.

El hombre-buzo puede ser de unos 70 y pico de años y me siguió cuando yo regresaba del punto de recepción de desechos domésticos (y no tan hogareños porque allí te puedes encontrar de todo). Ya frente al edificio donde vivo en el residencial reparto Caribe, me pidió unos sacos de arroz. ¿Sacos de quééé?, reaccioné a viva voz, y pensé: El pobre está delirando, mira que pedirme arroz, que ni a la bodega ha llegado completo este mes.

Parece que me vio tonta y aclaró:

-Chica, sacos en los que llevan el arroz a la bodega.

-¡Ah?, dije e inmediatamente le pregunté:

-¿Y unos sacos para qué? -Para recoger un poco de hierba y hojas del parque cochino este, que ustedes no son capaces de limpiar.

-¿Pero cómo así, por qué ofendes mi parque y a esta "dueña" frustrada, que solo está esperando que se le pase la incomodidad que tiene con los de Comunales, que vinieron hace una semana, chapearon y han dejado un desparpajo tremendo, para de nuevo ponerme en mis funciones de guardaparque sin contrato?, pensé pero ni loca le riposté nada. Fui corriendo a buscar unos sacos, justo los dos que tenía para recoger las hojas de las matas de mango de mi patio y se los entregué.

-Ahí tienes, le dije. Y me los arrebató de las manos y comenzó, como loco, a recoger basura.

Al rato seguía en mi parque, sentado en uno de sus circulares jardineras. Le fui a ofrecer algo de comer. Aceptó de buena gana y me le quedé mirando mientras se atragantaba y fue cuando me di cuenta que su cara me "sonaba" me remontaba a varios años atrás, pero en ese momento no me ubicaba.

Haciéndome la que era su amiguita, le fui a tomar una foto y me amenazó con darme una pedrada y me fui corriendo. Él se reía, lo escuché mientras se alejaba de allí.

Y unos días después lo volví a ver y como estaba haciendo memoria hacía casi una semana, pues al mirar su cara de nuevo, una cara de loquito medio triste, por instantes contento, entonces me ubiqué, fui y le pregunté:

-Usted no era profesor de Filosofía?

-Sí, pero me volví loco...