gato flow El Comercio 1024x6831De vez en cuando los Oscar arrojan a la palestra pública películas que son una oda a la creatividad, en medio de polémicas y comentarios poco elocuentes aparece una cinta que enarbola la primicia de que no hacen falta palabras para generar un sentimiento, para crear armonía y placer; ese fue el caso de Flow, metraje ganador del lauro a Mejor Animación este 2025.

Dirigido, musicalizado, producido y coescrito por Ginst Zibalodis, Flow se convirtió en la primera película letona en ser nominada a un Oscar. La cinta va de la convivencia de un gato negro con otros animales en un mundo donde aparentemente los humanos dejaron de existir y se encuentra amenazado por las inundaciones.

La cinta propone una animación casi onírica, con retoques que hace parecer el metraje una pintura al óleo llevada a la pantalla, los tonos de colores en la fotografía transmiten una tranquilidad que contrasta con el universo postapocalíptico en el que se desarrolla, pero a la vez Zibalodis sabe cómo hacer entender al público cuales son los momentos de tensión.

Desarrollar una película sin diálogos suele ser compleja en la recepción del público, pero como suelen decir, la carencia de algo potencia el resto de las habilidades, y vaya que sí, el rejuego con la música, los cambios de colores y la interacción entre los animales protagonistas obedeciendo a sus instintos particulares, hacen de Flow una película homenaje a todo lo artístico que proyecta el cine y que a veces olvidamos.

En medio de películas con historias recicladas que obedecen a un público atraído por la rutina del consumo, la capacidad de Flow para reinventar el concepto de cine silente y sumergir al público en la historia es una hazaña que, de no valerle para el Oscar, la academia perdería la débil credibilidad que posee.

Suele pasar que existen ganadores de premios que pasan a la historia del séptimo arte sin pena ni gloria, una película más, pero no creo que este sea el caso de Flow, por todo lo que acarrea, no solo su procedencia nacional, sino la forma en la que fue concebida y como el cine independiente sigue demostrando que tiene mucho que decir.

Flow estuvo nominado a mejor película extranjera también. La conclusión es que Zibalodis colocó a Letonia en el mapa del cine hollywodense, pero lo que es más importante, trajo de vuelta la esperanza de un cine más autóctono y original.

El letón viene de arrasar en la temporada de premios y no es para menos, su obra es una cátedra de cine de bajo costo, desde la animación hecha con software de código abierto, hasta su capacidad multifacética en la producción de la película, una clara muestra de que donde hay ganas de hacer, lo demás aparece de a poco y eso en efecto, es cine.

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