Memorias del subdesarrolloHace unos días un amigo me preguntó sobre cuál era mi película favorita del cine cubano y, debo admitir, que me lo pensé bien, porque pese a las limitaciones objetivas que lastran la industria en Cuba, su producción ha sabido ganarse un lugar en el gusto popular de muchas generaciones, entre ellas, la mía. Por eso todos los días cambio mi favorita.

Mas, debía darle una respuesta a ese amigo, así que decidí escoger aquella pieza que, a mi parecer, es el santo grial del cine cubano: Memorias del subdesarrollo, de 1968, gestada bajo la dirección del entrañable Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y basado en la novela homónima de Edmundo Desnoes.

La película recorre las contradicciones de Sergio, un burgés atinadamente interpretado por el actor Sergio Corrieri, que busca su lugar en la nueva realidad cubana. Vale aclarar que sus contradicciones son más trascendentes por haber sido retratadas en el contexto de los primeros años de la recién triunfada Revolución cubana.

Sergio, como representante de una clase que se siente desplazada luego del triunfo, se muestra como un ser alienado socialmente en un país que, a su juicio, ha cambiado demasiado, aunque no nos deja definir si para bien o para mal. Eso sí, nos sumerge en un monólogo interno ambiguo, que se presenta radicalmente crítico con aquellos que abandonan la isla.

Esta joya del celuloide tiene un discurso estudiable y debatible, no solo en las escuelas de cine, sino en cualquier lugar donde se busque despertar en los públicos la curiosidad y la crítica, pues aunque Sergio se muestra como una persona individualista, lleva al espectador en un viaje introspectivo (manejado por Titón con voz en off) donde analiza el subdesarrollo de Cuba, desde la espiritualidad, el conocimiento y la economía.

El estilo cinematográfico manejado por Alea deja fácilmente desbocado a los más exigentes cinéfilos, con imágenes documentales entremezcladas con la ficción que logra hacer verídica la historia, fruto de la convergencia de dos géneros totalmente diferentes. Titón nos pone ante un escenario de aprendizaje que contextualiza al espectador en la historia del filme, a la par que generar un estado reflexivo sobre el contexto en que se produce.

Las narrativas paralelas se manejan de forma formidable, permitiendo ver en medio de la trama central la incapacidad de Sergio de mantener relaciones sanas y estables.

La cinta tiene un elenco de producción singular, que parte del ya mencionado Titón, en la dirección y el guión, hasta el magistral Leo Brouwer en la música y los efectos de sonidos, que distinguió al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) por aquellos días gloriosos; la fotografía quedó a cargo de Ramón Suárez, que junto a la magia creativa de Alea, nos regalan las imágenes más icónicas del séptimo arte en el archipiélago y Latinoamérica.

Las actuaciones no fueron menos. La presencia de estelares como Daisy Granados, Eslinda Núñez… nos demuestra la brillantez de Alea, que aunque nos cuenta unas Memorias del subdesarrollo centradas mayormente en Sergio, no descuida para nada a esas actrices de alto rango.

Memorias del subdesarrollo está calificada como una de las mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos, por la sobriedad de su discurso, la técnica visual y sonora, la historia que narra… que puede ser bien traída y debatida hasta la sociedad cubana actual, cambiante y en la que existen no pocos Sergios renuentes al cambio. Alea hizo bien en crear esta joya, de ayer y para todos los tiempos, y nunca está de más la sugerencia de volver a verla, porque sin lugar a duda, en efecto, esto es cine.

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