Desde que se anunció al filme Emilia Pérez como cinta nominada a mejor película en los Premios Oscar 2025, las redes explotaron en críticas hacia el elenco de producción y la historia en general, todo esto avivado por polémicas publicaciones en X de Karla Sofía Gascón, su protagonista; pero aquí seamos lo más imparcial posible y hablemos del filme.
Cuando me preguntaron qué tal me pareció, respondí que ni era tan mala como hicieron ver, ni tan buena como para estar en los Oscar; y es que la película llegó a la gala con nada más y nada menos que 13 nominaciones, igualando a cintas como Titanic, El Señor de los Anillos (Las dos Torres) y Ben-Hur.
Jacques Audiard, director del largometraje, trazó una historia endeble sobre un narcotraficante que desea ser mujer y con la ayuda de su abogada logra conseguir su propósito dejando atrás la vida delictiva y haciendo una transición hacia un vivir de lujos y beneficencia.
Aunque la historia suene simple, es más compleja de lo que se pueda imaginar. El guion a cargo del propio Audiard y de Boris Razon, escritor de la novela homónima, se nutre con historias nacientes que no terminan de cuajar, en varios momentos pareciera que se pretende plantearnos un drama progresista, pero finalmente se decanta por ramas en la historia en varios momentos, como si pretendiera ser sorpresivo y nunca saber que camino tomará la película.
Las declaraciones de Gascón y Audiard sobre las minorías étnicas y sociales, provocaron que el público y la prensa latinoamericana desembocaran sobre ellos todo el odio posible, pero condicionamiento aparte, debe remarcarse que la actuación de Sofía fue de las mejores en la película y una muestra de verdadera inclusión.
El concepto que se plantea es difuso, por no decir inexistente, no se solidifica el propósito del director para con el público o su propia historia al menos, pero los errores y superficialidades de la cinta no quedaron solo en la historia, la fotografía dirigida por Paul Guilhaume tuvo lagunas y prefiero no realizar énfasis, pues Emilia Pérez no debió aparecer nominada en este apartado de los Oscar.
En cuanto a la música, con Clément Ducol y Camille como directores, el filme logró el lauro a mejor canción original, con su canción, El Mal, un premio que no mereció, sobretodo si analizamos los contendientes en este ámbito, entre los que se encontraba Elton John con su interpretación de Never too late.
Uno de los elementos más rescatables de la película es el desempeño de Zoe Saldaña, quien se llevó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto, por una actuación no grandiosa, pero aceptable. Creo que no mereció semejante galardón tras ver los desempeños de otras en la lista de nominadas.
Emilia Pérez será recordada con el reproche de llegar a tantas nominaciones con tan poca calidad, pero es un filme que se puede ver, no con altas expectativas, ni dispuestos a ver una revelación cinematográfica, solo con la idea de reír como si fuera una buena parodia al latinoamericanismo, porque solo puede ser catalogada como eso; fuera de esto, no es más que una cinta sin profundidad.
En conclusión, con sus 13 nominaciones, el largometraje francés pudo tener una ligera probada de lo que la grandeza en el cine significa, para luego estrepitarse hacia el vacío del gusto popular como una película que nunca debió estar en los Oscar.