¿Sabían que desde hace siete años la Organización de las Naciones Unidas celebra cada 20 de marzo el Día internacional de la Felicidad?
Según lo estipulado por ese organismo, la jornada pretende “reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”.
El porqué de esa celebración tiene una historia interesante. De hecho fue el Reino de Bután, un pequeño país asiático en la cordillera del Himalaya, el que lo propuso.
Hace más de cuatro décadas el rey de Bután, con solo 16 años, decidió que la principal filosofía de su gobierno se basaría en la felicidad de sus súbditos. Y para ello inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta, en vez del Producto Interno Bruto.
La Felicidad Nacional Bruta es hoy un indicador de nivel de vida que se utiliza y se mide internacionalmente por parámetros igual que el Producto Interno Bruto. Se calcula midiendo nueve puntos: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la diversidad medioambiental, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, el nivel de vida y el Gobierno.
Pero la felicidad resulta difícil de definir y depende de la visión que se tenga en cuanto a la educación, los principios, costumbres y valores. No obstante, de manera general se concreta como un estado de plenitud o satisfacción.
A lo largo de la historia muchos filósofos y pensadores han intentado indagar en los misterios de esa emoción; entre ellos, John Locke (1632-1704), quien afirmaba: Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias. También José Martí expresó que ayudar al necesitado no solo es parte del deber, sino de la felicidad.
En la actualidad, para muchas personas ser feliz está en esbozar una sonrisa y sentir que la vida es maravillosa gracias a los momentos vividos junto a los seres queridos. Para otros, radica en las cosas sencillas, aquellas que siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil. También hay quienes consideran que viajar, tener dinero o adquirir un bien material es sinónimo de felicidad.
A pesar de los problemas que enfrenta el mundo, especialistas aseguran que una persona se siente a gusto, contento y complacido cuando pone en práctica actividades que generan endorfinas, una de las hormonas que se asocian con estados de ánimo positivos.
Asimismo, afirman que no existe un índice de felicidad o una categoría que haya que alcanzar para que alguien se considere una persona feliz; sin embargo, se recomienda cultivar la paz interior, escuchar música, practicar deportes, estar en familia, compartir con amigos… Sugerencias que les hacemos: actívese y sea feliz.