Se ha bajado la guardia en la batalla contra el mosquito Aedes Aegypti en los barrios y centros de trabajo, es cierto, porque la pandemia ocasionada por la COVID-19 hizo que todos los esfuerzos se concentraran -y fue lo correcto- en evitar a toda costa las pérdidas de vidas humanas por la pandemia.
Ahora que la situación epidemiológica relacionada con el SARS-CoV-2 va mejorando progresivamente, es hora de enfocarse más en “cortarle las alas” al Aedes, peligroso mosquito que sigue vivo y multiplicándose en los sitios donde le “permitimos” poner sus huevos, y si no le damos duro, ganará terreno y seguirá perpetuando su especie.
Y es que sumado a las altas temperaturas y las precipitaciones ocurridas, aunque escasas aún, está la deficiente actividad masiva para identificar y acabar con los criaderos artificiales del mosquito dentro y en los alrededores de nuestras viviendas.
Es hora de que, junto a la Campaña Antivectorial para la vigilancia y control del alado, se realicen acciones domiciliares para evitar que el vector encuentre sitio para desarrollarse y luego volar.
¿Cómo evitar los criaderos, destruir los huevos y larvas?
-Impedir que se acumule agua a la intemperie proveniente de la lluvia, en cascarones de huevos, nylon, latas, botellas..., mantener tapados y abatizados los tanques u otros recipientes para uso doméstico, así como evitar que se desborden las fosas. Los criaderos más frecuentes del transmisor del dengue suelen estar en los depósitos para almacenar el líquido dentro de los hogares.
-Cepillar los tanques sistemáticamente, como una de las acciones más efectivas para destruir los huevos en las primeras fases de su ciclo de vida. Estos pueden sobrevivir, después de largo periodo, en las paredes de depósitos secos, solo necesitan se sumergidos en agua para continuar con vida. Es por ello importante:
• Utilizar preferentemente un cepillo de cerdas fuertes o en su lugar escobillón o escoba de yarey, solo dedicados a ese fin, que arrastre los huevos que se encuentren en la parte superior de los recipientes.
• Cepillar fuertemente de arriba hacia abajo dos o tres veces una vez por semana.
• Desprender los huevos que quedan impregnados en paredes, pues las larvas al eclosionar mueren en el agua abatizada o, en caso de tener peces, son ingeridas al caer.
• Tapar los recipientes herméticamente.
• Cambiar el agua de vasos espirituales y bebederos de animales diariamente y lavar bien la gaveta del refrigerador cada dos días.
Si realizas el autofocal familiar con responsabilidad y contribuyes con los trabajadores de la Campaña Antivectorial al permitirles inspeccionar tu vivienda y fumigarla, una vez retomado ese tratamiento de control, entonces evitarías que el peligroso patirraya’o en su metamorfosis de huevo, larva, pupa, se convierta en un adulto listo para picar y transmitir enfermedades.