Hay pacientes recuperados de la COVID-19 que, a pesar de que los síntomas comunes ocasionados por el virus han quedado atrás, comenzaron a notar que el cabello se le cae, al punto de preocuparse, en razón de que piensan pudiera ser grave e irreversible.
Este síndrome poscovid afecta de un 25 a un 50 por ciento de los convalecientes tanto a hombres como a mujeres, y puede ocurrir en cualquier zona del cuerpo que tenga pelos, por ejemplo, la cabeza y la barba.
Posiblemente sea uno de los síntomas tardíos, pues aparece alrededor de los dos meses después del alta, y guarda estrecha relación con la intensidad de la severidad del cuadro con que se haya experimentado la enfermedad, y se suma al ya vulnerable estado emocional que los enfermos experimentan por consecuencia del letal virus.
Puede aparecer también en personas que no enfermaron de COVID-19, pero estuvieron expuestas al estrés que la enfermedad ha generado a nivel social e individual; entiéndase las modificaciones de la vida cotidiana, la prolongada desaparición de la normalidad, además de los temores y angustias generados por las constantes preocupaciones por la salud propia, la de familiares, y amigos.
Ahora bien, aunque la pérdida del cabello es muy molesta y genera angustias en quienes la padecen, no es grave, es reversible en la mayoría de los casos, porque el cuero cabelludo se restablece y el pelo vuelve a entrar en fase de crecimiento.
Las recomendaciones que se sugieren para revertir esa secuela son similares a las de muchos otros padecimientos, las primeras están dirigidas a la necesidad de consultar a su médico de familia, quien determinará remitirlos a las consultas multidisciplinarias pos-COVID-19, en las Áreas de Salud de la provincia.
Ese es otro tipo de estrés que se añade a los diagnosticados con el SARS-CoV-2 que han experimentado ansiedad, angustia y miedo durante el transcurso de la enfermedad. En el caso de las mujeres, plantean sentirse mal, preocupadas, con temores a perder totalmente ese atributo de la belleza femenina; no olvidar que socialmente el cabello femenino tiene una elevada valoración, y la pérdida causa un impacto negativo en la autoimagen de quien la padece y, en consecuencia, disminuye la autoestima.
Recomendaciones que ayudan a aumentar la densidad y grosor del cabello, detener la caída y estimular el crecimiento.
-Disminuir el estrés con los ya conocidos ejercicios respiratorios, la relajación y los ejercicios físicos al aire libre como las caminatas.
-No utilizar productos químicos como los tintes, la cremas desrizadoras, keratinas...
-Cepillar el cabello y cortarlo; además de tener una higiene adecuada, mediante el lavado frecuente con los productos acostumbrados.
-Dar masajes y enjuagues con productos naturales como la sábila, el aguacate, el jengibre, las flores de la majagua, entre otros muchos que las abuelas conocen, que tienen efectos estimulantes en el cuero cabelludo.
-Mantener una dieta balanceada, con alimentos que aporten vitaminas y otras sustancias imprescindibles para lograr el restablecimiento del organismo.
-Dormir la cantidad de horas necesarias en el día acorde con la edad: los adultos jóvenes de siete a ocho horas; los menos jóvenes alrededor de seis horas, y los adultos mayores hasta cinco horas, pues con la edad los requerimientos de sueño disminuyen.