foto hepatitisLa infección aguda por cualquiera de los virus de la hepatitis puede acompañarse por síntomas como orina oscura, vómitos, fatiga, ictericia, entre otros. El Programa nacional de prevención y control de las hepatitis virales ha hecho posible que en la provincia de Guantánamo no se reporte alza de las B y C. También como algo novedoso, por primera vez, “desde finales de diciembre del año pasado en el territorio se tratan a 30 pacientes portadores de la C, que evolucionan hacia la cura definitiva, y en estos momentos otros 15 reciben tratamiento. Sin embargo, la población debe conocer que estas enfermedades pueden evitarse”, así inició el diálogo con Venceremos la doctora Elsa Conde Calvo, responsable del Programa, en el Departamento de ITS/Sida, en Higiene y Epidemiología.

Argumentó que aunque la B no se cura, con un adecuado seguimiento se controla y pueden evitarse posibles contagios a terceros, por ejemplo, durante el embarazo o a la hora del parto.

Al decir de Conde Calvo, los médicos de las áreas de salud son los encargados de remitir a los pacientes a la atención especializada del gastroenterólogo, quien prescribirá el protocolo a seguir, consultas que se realizan en el Hospital Agostinho Neto, dos veces por semana.

Todo ello ocurre gracias a la implementación del Programa en 1987, con su posterior iniciada estrategia (en 1992) basada en la vacunación de los recién nacidos, seguida por la de los escolares de tercer y noveno grados, a los principales grupos de riesgos… hasta llegar al diagnóstico ultramicroanalítico (SUMA de las hepatitis B y C) en 1995, entre otras acciones del sistema de vigilancia.

La hepatitis es una enfermedad inflamatoria que afecta el hígado. Su causa puede ser infecciosa (viral o bacteriana), inmunitaria (por anticuerpos, hepatitis autoinmune) o tóxica (alcohol, veneno o fármacos). También, atendiendo a su etiología, es considerada de transmisión sexual.

De cómo se transmite, la especialista explicó que tanto la B como la C por la exposición a la sangre y otros líquidos corporales infecciosos; transfusiones de sangre, implementos e inyecciones contaminados durante intervenciones quirúrgicas; consumo de drogas inyectables, por prácticas sexuales.

Entre los grupos de riesgos señaló a donantes de sangre; gestantes, como protocolo de prevención; niños nacidos con diagnóstico de sífilis, VIH, y hepatitis B; parejas sexuales con ITS, VIH, y hepatitis B y C; receptores de sangre, tejidos, órganos…, pacientes de hemodiálisis, y profesionales de la Salud.

Lo cierto es que, aunque durante la pandemia de la COVID-19, como otros programas este también se afectó, no obstante, “se retomó el seguimiento a los grupos de riesgos, y se trabaja para que las personas concienticen de que sin la atención oportuna, las hepatitis pueden agravarse, convertirse en crónicas y, en el peor de los casos, provocar la muerte. Es necesario hacer todo por evitarlas.

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