La hepatitis es una inflamación del hígado. Su causa puede ser infecciosa (viralbacteriana), inmunitaria (autoanticuerpos, autoinmune) o tóxica (por alcohol, entre otras drogas o fármacos).
También, dependiendo de su etiología, es considerada una enfermedad de transmisión sexual. La afección puede evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis o un cáncer de hígado.
Sabías que la hepatitis A y la E son padecimientos víricos que se transmiten por vía oral y fecal, cuyos síntomas suelen ser leves en muchos de los casos. Su período de incubación es de 15 a 60 días, y, generalmente, son causadas por consumo de agua o alimentos contaminados con heces fecales.
Infinidades de brotes han ocurrido por contaminación de las cisternas de centros escolares, de trabajo, entre otros. El virus de la A es el más común.
Los especialistas plantean que entre los principales signos y síntomas están las náuseas, los vómitos, la ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos).
También, fiebre baja, fatiga, dolor abdominal, especialmente el lado derecho; orina oscura, pérdida de apetito, heces de color arcilla. En muchas ocasiones no se diagnostica la hepatitis A oportunamente, porque las manifestaciones del virus son leves o se confunden con problemas estomacales.
Para evitar contraerla, los doctores recomiendan consumir agua hervida y/o tratada con hipoclorito al dos por ciento, cocinar bien los alimentos y protegerlos de vectores como las moscas, así como no ingerir los de dudosa procedencia, lavarse las manos constantemente, sobre todo, después de ir al baño, para cargar o alimentar a niños pequeños, entre otras.
Ante las primeras manifestaciones acudir de inmediato al médico de familia y cumplir estrictamente con el reposo indicado, evitar el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas y las comidas con grasa…
Mantener la higiene tanto personal como de los alimentos y el agua, también en centros de trabajo y estudio, todo ello garantizará la salud.