foto Contigo¡Hola, amigos de Contigo! No importa la edad que tengamos, cuando algo duele -dentro o fuera- buscamos a mamá. Ella es ese abrazo que calma sin preguntar, ese "todo va a estar bien" que necesitamos escuchar, y esa fuerza que no sabíamos que teníamos hasta que ella la recuerda".

Hoy, en homenaje al Día de las Madres, les comparto un texto que encontré en redes sociales y que me hizo reflexionar sobre el amor maternal. Son solo unas sencillas palabras, pero a veces las cosas más simples son las que mejor describen lo que sentimos. Feliz día a todas las mamás que nos leen.

Carta a las madres

A las madres que se tuvieron que marchar, a las que nos dejaron la vida contestada (...).

A las que duermen poco, resolviendo en la noche los problemas del día.

A las que nadie les dice que las quiere, a las que se les dice a cada instante.

A las que viven más la vida de los demás que la suya propia.

A las que son muy felices, a las que son muy infelices (...).

A las madres que no pudieron tener hijos, a las que no quisieron tener hijos, a las que tuvieron más de los que podían criar.

A las que siempre tienen la palabra justa, a las que nunca saben qué decir por si molestan.

A las que entregan su vida por un “te quiero” que a veces no llega.

A las que hacen las camas de todos, a las que friegan los suelos de todos, los platos de todos (...).

A las madres que lo saben todo y no preguntan nada, a las que no saben nada y lo preguntan todo. A las que cuidan a nuestros hijos y luego no tienen quien las cuide a ellas (...).

A las que nunca llevan bastante dinero en el monedero para darse un capricho, a las que se dan todos los caprichos que pueden.

A las madres que tienen que decir adiós a un hijo.

A las que siempre tienen la solución a tu problema, a las que no encuentran jamás la solución y lloran a escondidas.

A las que lloran en público.

A las que no pueden más, pero no se les nota; a las que sí se les nota.

A las que se cansan de vivir y a las que se cansan de morir un poquito cada día.

A las que se enamoran 10 veces por minuto, a las que nunca se han enamorado.

A todas las madres de la tierra (...).

Gracias por flaquear, por dar un grito cuando no podéis más, por pensar en vosotras y tener vuestros propios motivos para vivir. Por hacernos conscientes de que sois dueñas de vuestro tiempo. Gracias por no estar a veces cuando tocamos vuestra puerta, gracias por no fregarnos todos los platos ni todos los suelos. Porque un día, cuando no estéis, nuestra conciencia de hijos no podrá soportar haberos arrancado a pellizcos vuestra existencia y no habernos dado cuenta de que no erais unas heroínas, sino de que erais, sencillamente, criaturas de carne y hueso que tenían, además de hijos, sus propios sueños.

Martha González

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