4lucia 02Lucía, un clásico del cine cubano donde uno de los rostros es guantanamero: Adela Legrá. El cine cubano ha dado clásicos de las realizaciones cinematográficas: Fresa y Chocolate, Memorias del Subdesarrollo, Lucía y la lista sigue y sigue, pero ¿qué hace al cine cubano tan atractivo? Intentemos dar una opinión basada en lo que sabemos del cine nacional, desde el principio.

La primera película cubana fue Simulacro de Incendio de 1897, dirigida por Gabriel Beyre, esto según algunos pues la obra primigenia del cine nacional varía dependiendo de a quien le preguntes, pero lo importante es que en nuestro país el cine entró poco tiempo después de la invención del cinematógrafo y eso habla de nuestra cercanía con esta forma de arte.

Algunos años posteriores a Beyre se rodó el primer largometraje cubano realizado por un natural: Enrique Díaz Quesada con la obra, Manuel García, Rey de los Campos de Cuba, (1913). En esta época, el poco financiamiento por parte del gobierno generó una emigración principalmente a México por parte de los cineastas y se perdió gran parte del desarrollo cinematográfico en la Isla.

En contraste con lo rápido que llegó al país el cinematógrafo, la producción durante la primera mitad del siglo XX se vio menguada, aunque se resalta el papel de Ramón Peón y Enrique Díaz Quesada, directores de filmes como El parque Palantino (1906) y La Virgen de la Caridad (1930), respectivamente.

Encontramos un problema claro: el poco apoyo al cine por parte de las autoridades dejó al país a la deriva, siendo abordados por estudios extranjeros, sobretodo franceses y estadounidenses.

En 1959 cambió el escenario con el nacimiento del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), que representó el inicio de la era dorada del cine cubano.

Bien se sabe que el ICAIC nace para agrupar a los cineastas cubanos y potenciar el valor histórico y revolucionario mediante el audiovisual, pero con el tiempo el dogmatismo del que acusaban muchos a los realizadores de la Isla fue transformándose en joyas fílmicas. El cine cubano se impulsa en un contexto de pocos recursos, pero se adaptó con lo que considero el fuerte de los directores de esta época: las historias.

Saber contar una historia te asegura el 50 por ciento de la película y aquí aprendimos a hacerlo porque no teníamos más recursos que nuestra habilidad para relatar.

Esto unido a las historias profundas y realistas, en ocasiones carentes de toda extravagancia literaria, aun cuando se alejaba del marco del drama y entraba en otras fronteras, nunca dejando de lado lo que por años ha sido nuestro fuerte: retratar nuestros problemas de dos maneras, satírica o introspectivamente.

Hoy, el cine cubano se aleja de marcos que antes nos consagraron como representantes sólidos del cine latinoamericano. La documentalística observacional y la ficción que integra elementos extranjeros poco a poco denota una transformación sin retorno del cine cubano, y no es que esto sea el fin del mundo, es que se añoran esas historias donde el público se sentía mezclado con lo que observaba, era retratado.

Lo bueno de todo es que se evoluciona y eso siempre es bueno. Permitámonos experimentar placeres nuevos y continuemos alabando lo viejo, la base de los cineastas de hoy.  

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