Entre más luces que sombras el pasado 10 de diciembre la comunidad internacional celebró el Día de los Derechos Humanos. Desde hace 73 años la humanidad dispone de una Declaración Universal de los Derechos del Hombre, cuyo nacimiento dibujó en el horizonte de las naciones el anhelo común de convertir ese articulado en el “ideal por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse” para que, inspirándose constantemente en ella, promuevan el respeto a estos derechos y libertades, que son el resultado de la evolución ética de la humanidad que impactan y transversalizan culturas y civilizaciones.
Actualmente, en la era de la informática y las redes sociales el tema permanece como una obra en construcción que demanda de mayor acompañamiento legal, social y educativo hacia lo interno de las naciones para que más allá de compromisos internacionales (usualmente no vinculantes) encuentren concreción y materialización en la práctica.
A pesar de sus incuestionables resultados en el desarrollo humano, la Revolución ha sido víctima durante décadas de calumnias en relación con este tema:
¿Por qué tanta campaña difamatoria contra Cuba?
La cuestión ha sido objeto de manipulación, politización, doble rasero y selectividad por parte de algunos estados en aras de estigmatizar a gobiernos progresistas que no se pliegan a los intereses imperiales, tergiversar su realidad e intentar destruirlos mediante operaciones de golpe suave que conduzcan a un cambio de régimen.
En el caso de Cuba omiten intencionadamente sus avances en el orden social, la salud pública, la educación, el deporte, la ciencia y la innovación; les causa odio y repulsa su ejemplo, no resisten sus loables éxitos que colocan al hombre en el centro de su atención y el derecho a la vida como primera prioridad.
Hoy Cuba es Estado Parte de 44 de los 61 instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos que representa el 72.13 por ciento, uno de los países con mayor número de ratificaciones de instrumentos de este tipo.
El examen periódico universal (EPU) es una de las principales herramientas del Consejo. Ofrece la oportunidad a cada país de declarar qué medidas ha adoptado para mejorar la situación de los derechos humanos y cumplir con sus obligaciones en esta materia. Cuba se ha presentado a EPU en tres ocasiones, la más reciente en 2018 con resultados satisfactorios, donde prevalecieron menciones positivas y de reconocimiento. El país aceptó más de las dos terceras partes de las recomendaciones recibidas.
La sistemática presencia de Cuba en el órgano (2006-2023) expresa el respeto y la admiración del mundo por la obra humanista de la Revolución Cubana, garante del disfrute y la protección de los derechos humanos.
La Constitución de la República de Cuba en su artículo 41 establece: El Estado Cubano reconoce y garantiza a la persona el goce y el ejercicio irrenunciable, imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente de los derechos humanos, en correspondencia con los principios de progresividad, igualdad y no discriminación. Su respeto y garantía es de obligatorio cumplimiento.
Los resultados de Cuba, una quimera para otros pueblos, se han alcanzado frente a décadas del criminal y genocida bloqueo de Estados Unidos, un acto de masiva y sistemática violación de los derechos humanos de todo nuestro pueblo, que en épica resistencia lo ha burlado, unido a la voluntad política del Gobierno que no ha cejado en su empeño de propiciar la mayor suma de felicidad posible.
“El mejor modo de defender los derechos, es conocerlos”, sentenciaba nuestro José Martí.
El proyecto de Código de las Familias es una oportunidad de protección para el pluralismo familiar que coexiste en la sociedad cubana actual, al perfeccionar y ampliar figuras jurídicas como la filiación, la tutela, la violencia familiar y de género, y el amparo a personas en desventaja social. Esas son, entre otras, las novedades que anuncia el futuro Código que bien pudiera llamarse de los afectos, del amor y la solidaridad al proteger derechos para todos sin distinción de sexo, raza, credo o color de la piel.
Cuba continuará construyendo una sociedad más justa como parte de su estrategia económico-social con todos y para el bien de todos.