Se fue un año y con él se marcharon experiencias de todo tipo que dejan cicatrices y angustias profundas, así como bienaventuranzas para dar paso a 365 días de nuevas historias y experiencias. En esta fecha como todas las especiales, nos embisten los recuerdos e inundan las nostalgias y brindamos por los que ya no están y nos acompañan desde el cielo y por los que emigraron.
En la mayoría de las casas la ultima cena es en familia, en la mía cada fin de año cuando estamos “todos” festejamos los logros alcanzados y gozamos de estar un año más juntos, y mientras degustamos un sabroso pollo asado y ese congris mojadito que no acostumbra hacer mi madre, mis tíos que sin darse al menos un trago aprovechan para soltar sus invenciones que ya no dan mucha risa, pero ellos lo disfrutan, y entre la música de los Van Van, Cándido Fabre y Marc Anthony mi cuadra parece un área de carnaval mal organizada esperando que el reloj toque las 12.
Cuando llega la medianoche el primito más pequeño exclama ¡ay mi madre, se formó!, todos salimos con un jarrito y junto a los vecinos tiramos todo lo malo del año viejo, dejando de lado nuestras diferencias y nos “ahoga” el humo de la cuadra colindante y así se va inundando en llamas el muñeco con más pinta del barrio. Mi hermana no demora un segundo en sacar su maletín y darle vuelta a la manzana, porque dice ella que “este año si va”.
Un suceso peculiar de este año fueron las congas improvisadas, y ahora si se había formado, todos en medio de aquel despelote empezamos a innovar lemas y bailes de los que al otro día nadie se acuerda, y así mismo seguimos reviviendo e impulsando nuestras costumbres.
Al instante damos paso al abrazo familiar renunciando a la tristeza y dejando que nos bañe la embriaguez de la emoción por ver llegar un nuevo año, dejando morir otro 31 de diciembre de tradicional locura y felicidad, donde cerramos ciclos y le damos senda a un nuevo enero, colmado de energías positivas, oportunidades y prioridades que se basan en cada día seguir superándonos como personas, nos proponemos metas y le damos impulso a muchos sueños ya pospuestos. Donde no falten océanos de sonrisas y alegrías, dejando el pasado que nos da impulso a edificar un futuro superior.
