1 1En varios barrios guantanameros los vecinos celebraron el nuevo aniversario de la mayor organización de masas del país.Yanela sonríe, con ese picaresco rostro que los domingos recuerda a cada vecino que debe limpiar su patio, o que el frente está enyerbado, que toca la guardia, y ¿la cotización?

Uno sabe cuándo viene por más y se artilla.

¡Yo cobro el día 5, aún no han pagado!

¡Sorpresa! Esta vez no pide nada, más bien negocia. Me mira de frente y tira “el anzuelo”: el jueves es 28 de septiembre, día de los Comités de Defensa de la Revolución y vamos a celebrarlo.

Enmudezco (todos lo hicieron, revela Yanela) pensando en preocupaciones y carencias: “¿Con qué?”

¡Con lo que podamos!- afirma mi interlocutora.

¿Tienes vianda?

-Menuda pregunta trampa -pienso yo- imaginando que ya sabe de aquella tremenda calabaza que cultivamos en el patio.

“También puedes aportar dinero. Lo que tengas, si quieres y puedes, todo cuenta”- continúa- El 28 de septiembre hay que celebrarlo: porque estamos vivos, creando, resistiendo, confiando, amando... como cubanos”.

“Yanela está loca”, murmuran los incrédulos entre dientes, y hasta yo dudé si sumarme al jolgorio, pero cuando sonaron los bafles y comenzó la parranda ¡quién iba a negarse al placer de gozar con la conga o el sabroso casino cubano!

Nadie se perdió el festín, ni los olores, ni el baile, y qué decir del sabor de aquella caldosa cubana (con pollo a falta de cerdo) pero igual de deliciosa. También hubo vino y ron, para los adultos y no faltó el refresco y dulce para los niños, y completando el buffet... un buen concierto de cantores mexicanos.

¡Este 28 en mi barrio no hubo añoranza, ni lamentaciones, sino sano hermanamiento, felicidad, porque, aun cuando los tiempos han cambiado, seguimos buscando razones para reír y vivir, orgullosamente cubanos!

Yanela sabe que celebrar hoy no es cosa fácil, quitarse del plato familiar algo, implica un sacrificio mayor, pero por una vez, por un día, una noche no más, para compartir, valió la pena; para distendernos de los problemas que tanto nos asechan, y sentirnos mejor con los demás, con uno mismo… quizá por eso la escogimos a ella de presidenta del CDR.

La fiesta en la cuadra fue con la misma vibra y el entusiasmo de siempre, y las anécdotas y la jocosidad cubana. La noche fue inolvidable, hablando de amor, de lo bueno, del pasado que vivimos y el futuro que soñamos, sin perder por un instante el sentido del momento histórico que atravesamos.

Mi agradecimiento a quienes nos recuerdan que también de uno mismo depende la felicidad, que no es eterna, sino que se construye y disfruta por momentos. Son seres que como profetizara nuestro José Martí, son capaces de hacer que se nos mueva a menudo la compasión en el pecho y las lágrimas en los ojos, para lograr el supremo bien de hacernos sentir más vivos y generosos.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS