La pandemia de la COVID-19 este 2020 impone a los cubanos, en particular, y a las personas a nivel global una manera diferente de celebrar las fiestas navideñas y de fin de año.
De las medidas a tener en cuenta en circunstancias de este tipo, en que un peligroso enemigo invisible nos acecha, consultamos a Gladys Ivette Maynard Bermúdez, máster en Psicología de la Salud y profesora de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo, quien nos explica que muchas familias se plantean la disyuntiva entre festejar o mantener las medidas sanitarias para el control del SARS CoV-2. “La cuestión no está en elegir, sino en hacer lo que se debe para protegerse y, a la vez, disfrutar”, enfatiza.
En esos festejos tradicionales, la especialista recomienda una serie de medidas a tener en cuenta para evitar el contagio: no se puede perder de vista que lo primero es preservar el bien más preciado, la salud y la vida; la nuestra, la de la familia y la comunidad. Hay que cumplir los simples comportamientos-molestos, pero necesarios, planteados en el nuevo código de vida orientados por las autoridades sanitarias cubanas, considerados imprescindibles, y ese es el centro del problema, “porque el jolgorio tiene que ser con moderación. El desafío estará en disfrutar y cuidarnos al mismo tiempo, eso es posible”.
Se impone, especifica, limitar los participantes invitados a la celebración familiar; habrá que hacerles un guiño de lejos a los vecinos, porque no se pueden saludar como de costumbre, a las 12 de la noche, tras el arribo del año nuevo. Cero besos y abrazos repartidos de casa en casa, y las fotos que eternicen el momento para las redes sociales, esta vez también serán diferentes, las sonrisas deben quedar atrapadas en el nasobuco.
Para evitar que el 2021 eleve las conocidas curvas de contagios con la COVID-19, estas medidas son necesarias, porque lamentablemente la alegría podría convertirse para muchos en lamentos y, en el peor de los casos, en pérdidas de vidas humanas.
Disciplina y consciencia, por ahora, deben ir de la mano. Y cuando el SARS CoV-2 “nos deje en paz” entonces volveremos a encontrarnos para abrazarnos, besarnos y celebrar, como de costumbre, a lo grande.
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