IMG 20250613 215435Los peligros que se tratan de ocultar

Cannabis o Marihuana

Muchas personas caen en la trampa del consumo de marihuana, engañados por quienes tratan de minimizar sus efectos, por creencias populares de que no es tan mala como la pintan, de que existen drogas legales peores o por las tendencias globales a su despenalización, que no ha hecho más que multiplicar su demanda y graves problemas de salud allí donde la flexibilización se justificaba con las más diversas «buenas» intenciones.

Pero si nos atenemos a las investigaciones científicas que llevaron a esa sustancia a las listas de estupefacientes controlados por los organismos internacionales especializados desde 1948, y a los testimonios de quienes batallan para tratar de salvar a pacientes por adicciones de esta droga, estos confirman que su consumo habitual provoca una serie de daños orgánicos y psicológicos, entre los que sobresalen enfermedades como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar, el cáncer de pulmón o padecimientos mentales muy graves.

La adicción a la marihuana altera el sistema cardio-circulatorio, provocando taquicardia, por lo que las personas con hipertensión o insuficiencia cardíaca pueden sufrir un empeoramiento de su sintomatología y provocar arritmias.

Existen datos que indican que podría haber un aumento de la incidencia de depresiones y psicosis por el consumo crónico de esta sustancia. La depresión es un factor de riesgo para la ideación suicida y el suicidio.

Otro ejemplo de mortalidad por cannabis, unido frecuentemente al consumo de alcohol, ocurre por el incremento de accidentes de tráfico y laborales, en ocasiones con resultado de muerte o incapacidad. Y, a partir de los 40 años, en los consumidores crónicos se incrementan los problemas cardiovasculares.

El impacto psicológico del consumo de cannabis tiene una especial relevancia, dado que quienes lo utilizan principalmente son los jóvenes. Provoca dificultades para estudiar, al disminuir las funciones de atención, concentración, abstracción y memoria, obstaculizando, por tanto, el aprendizaje. Puede causar reacciones agudas de ansiedad y, en personas con predisposición a padecer trastornos mentales, puede provocar la aparición de estos trastornos o agravar los que ya se padecen.

Su efecto más frecuente y socialmente más costoso es el llamado síndrome arreactivo afectivo o síndrome amotivacional, expresado por una notable falta de interés, ante todo, similar a la que se ve en formas severas de esquizofrenia. El abuso de esa droga genera problemas de memoria y aprendizaje, peores resultados académicos, abandono prematuro de los estudios, dependencia, trastornos emocionales (ansiedad, depresión) y de la personalidad, psicosis y esquizofrenia (especialmente en individuos predispuestos).

Asimismo, retarda los tiempos de reacción ante estímulos visuales y auditivos, altera la percepción del tiempo, hace torpe la coordinación y afecta la vida sexual y las capacidades reproductivas. Tiene consecuencias catastróficas en madres adictas como pueden ser malformaciones corporales de la criatura o prematuridad.

A nivel global se le considera una droga de iniciación entre los jóvenes, que hace función de trampolín hacia el abismo de otras sustancias aún más peligrosas.

Entre el chantaje y la muerte

Fentanilo

El fentanilo, una droga mortal, ha trascendido las fronteras de la emergencia de salud en Estados Unidos para convertirse en un instrumento de chantaje político y pretexto para las ansias expansionistas de la administración imperial de Donald Trump. 

Pero, además del peligro injerencista, ¿cuáles son susefectos para la salud humana? Según la Administración para el Control de las drogas estadounidense, en ese país más de 170 000 personas murieron por sobredosis en 2023, y casi el 70 % de esos fallecimientos fue causado por fentanilo y otros opioides.

Esta droga es un opioide sintético, concebido en laboratorios, con sustancias químicas, que se administra por los médicos en casos de fracturas de huesos o intervenciones quirúrgicas para calmar el dolor de los pacientes, con un control riguroso de las dosis a partir de las características específicas de cada persona y de su cuadro médico, teniendo en cuenta que se trata de un medicamento muy potente.

La bibliografía especializada detalla que el fentanilo es 50 veces más fuerte que la heroína y cien veces más que la morfina. Por ello, cuando se usa con otros fines, fuera del control o sin la supervisión de un especialista de salud, conduce a la sobredosis de manera mortal.

Igual sucede cuando se adquiere de manos de traficantes que mezclan la sustancia con otras drogas o la fabrican arbitrariamente, fuera de los parámetros científicos establecidos, alteran o violan requisitos o procedimientos de producción con estándares de los organismos de control internacionales. El 46 % de las muertes por sobredosis en 2023 había mezclado esa droga con cocaína y metanfetamina.

Quienes sobreviven a la sobredosis pueden sufrir daños cerebrales permanentes, y padecer insuficiencia renal, lesiones nerviosas y neumonía, entre otras secuelas.

Además, puede causar confusión, mareos, náuseas, vómitos, estreñimiento, somnolencia y un efecto secundario mortal llamado depresión respiratoria, que conduce a la pérdida del conocimiento, dejar de respirar y morir.

De acuerdo con los expertos, cualquier uso del fentanilo sin la orientación de un médico es potencialmente mortal.

Cuando lo barato cuesta muy caro

Cannabinoides Sintéticos

Las investigaciones demuestran que el consumo de cannabinoides sintéticos ilícitos está asociado a graves problemas de salud, y puede poner en peligro la vida, por lo que se ha convertido en uno de los desafíos más masivos entre las sustancias controladas a nivel internacional, en gran medida al devenir (el químico o el papelito) una alternativa «barata» respecto a otras drogas, incluida la marihuana.

¿Pero cuánto cuesta a la salud ese veneno de más fácil acceso? Diseñados para replicar los efectos del tetrahidrocannabinol (THC), principal componente sicoactivo del cannabis o marihuana, los cannabinoides sintéticos superan significativamente al THC en potencia y riesgo, produciendo efectos adversos graves, como convulsiones, sicosis, alucinaciones, paranoia o ataques de pánico.

De acuerdo con el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, debido a su alta toxicidad, estos compuestos son responsables directos de numerosas intoxicaciones y muertes en todo el mundo. Muchas de estas nuevas drogas de diseño son comercializadas en el mercado ilícito como alternativas legales a las sustancias de abuso tradicionales, lo que agrava un fenómeno que supone ya un serio problema de salud pública, debido a la peligrosidad, accesibilidad y diversidad estructural de esas sustancias.

La prestigiosa revista Biomedicine & Pharmacotherapy ha alertado, en reciente publicación, que «es especialmente preocupante comprobar que la gran mayoría de los cannabinoides sintéticos utilizados como sustancias de abuso nunca han sido investigados por la comunidad científica o la industria farmacéutica, lo que significa que no se dispone de información sobre sus perfiles farmacodinámicos, farmacocinéticos y toxicológicos».

Generalmente, los cannabinoides sintéticos no se detectan en los controles rutinarios de las muestras de cannabis intervenidas, siendo necesarios análisis forenses y toxicológicos específicos. Por otro lado, debido a su elevada potencia y eficacia, pequeñas cantidades de cannabinoides sintéticos son suficientes para producir efectos similares al THC. Esto hace que sea fácil engañar a los distribuidores y a los consumidores, que mayoritariamente, creen que están comprando cannabis de origen natural.

El estudio de las principales consecuencias provocadas por esa droga señala que, a corto plazo, puede producir sensación de euforia y relajación; causar distorsiones de la percepción del tiempo, el espacio y la realidad; ansiedad extrema, ataques de pánico o paranoia; aumento del ritmo cardíaco; cambios bruscos en la presión arterial; malestar estomacal; dificultad para concentrarse o pensar con claridad; en algunos casos, puede provocar alucinaciones visuales o auditivas.

A largo plazo genera dependencia y adicción; problemas de salud mental, como la esquizofrenia, la depresión o la ansiedad crónica; daño renal y hepático; problemas cardiovasculares; tolerancia y síndrome de abstinencia.

Los cannabinoides sintéticos pueden tener efectos graves e impredecibles en la salud física y mental, a corto y largo plazo. Su uso conlleva riesgos significativos y fatales que evidencian que el «químico» o el «papelito» puede resultar la forma más barata de morir o de entrar en la esclavitud de las drogas.

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