Desde el golpe militar del 10 de marzo de 1952, el joven Miguel Bertrán Bertrán, propietario de una parcela de terreno situada en Montesano, se propuso empleando la lucha armada, enfrentar al régimen dictatorial d el general Fulgencio Batista.
La rebeldía de Miguel nacía de la dramática situación económica, social y política que predominaba en Cuba. Laborando en propiedades agrícolas sufrió la explotación del sistema burgués cobraba solo 15 centavos por cada lata de café recvogida; 38 centavos por el desyerbe de ocho hectáreas de terreno, y 1.30 pesos por una arroba de caña picada y alzada.
Cuando el cuartelazo de Columbia, sufre una horrible experiencia: su esposa, embarazada, requería asistencia médica la cual recibe en el hospital de Guantánamo (hoy pediátrico Pedro A. Pérez). Le informan que el niño había fallecido y que la madre requería ser intervenida de urgencia de lo contrario moría. La operación costaba 100 pesos.
A Bertrán impotente, el dolor lo inmovilizaba. Solo llevaba 9 pesos en el bolsillo. Perturbado salió al patio del hospital, cuando una veterana enfermera, testigo de la infausta noticia médica, y solidarizada con el campesino, le expresó: señor tráigame una cuchilla nueva de afeitar que yo lo ayudaré. Momentos después, a sangre fría, operó a la señora y le salvó su vida.
A principio de 1953, Miguel, en su pequeño terreno de Montesano, comenzó a organizar, en unión de José Prieto Tito, un grupo de jóvenes armados. Captó a más de 20 en Montesano, Camarones y Guantánamo y conformó un grupo que realizó prácticas de tiro, con fusiles calibre 22 y 16. Todos aportaron dinero para comprar armas y parque. Bertrán, mantuvo contactos con algunos dirigentes ortodoxos y estudiantiles, aunque no les informó el plan que se proponía.
Con el propósito de conocer las defensas internas del cuartel, Escuadrón 16 de la Guardia Rural (Guantánamo), Bertrán solicitó a un oficial de la instalación militar que le facilitara el estiércol de la caballeriza del reducto, con el pretexto de fomentar una hortaliza. Junto a José Prieto, empezó a elaborar un plan con el objetivo de tomar el cuartel.
Como expresa el investigador Luis Figueras Pérez: “Las tradiciones revolucionarias existentes en la zona de Montesano fueron el ambiente sociopolítico para que un grupo de jóvenes, liderados por Bertrán, se decidieran a combatir con las armas a la camarilla golpista que había usurpado el poder en Cuba.”
En la mañana del 26 de julio de 1953, Irán Pagés le informó a Bertrán que los militares habían reforzado la vigilancia del cuartel, lo que indicaba que algo grande estaba sucediendo en el país. Horas después, a través de una emisora de radio, escuchó la información del ataque al cuartel Moncada, del fracaso de la acción y de que varios atacantes se dirigían a la Gran Piedra.
Bertrán nunca había escuchado el nombre de Fidel Castro, no obstante, cuando escuchó la noticia, decidido y solidario se propuso alzarse con sus hombres y apoyar a los jóvenes desconocidos que combatían a la tiranía en Santiago de Cuba.
Como parte de las decisiones que asumió, resuelto, indicó a Raúl Daissón y Mario Montoya, residentes en Guantánamo, que comenzaran la movilización de los comprometidos para alzarse en la Sierra de Canasta. El traslado del personal se realizó en el camión que manejaba el propio Bertrán y el jeep conducido por José Marcheco.
Ya cayendo la tarde, después de explicarle a los bisoños combatientes, incluyendo las ideas de quedarse en la Sierra de Canasta o de dirigirse a la zona de la Gran Piedra en apoyo a los moncadistas, organizaron un campamento en las estribaciones de la Sierra de Canasta; situó una emboscada en el Paso del Cañambú, del río Jaibo, con el propósito de combatir a los efectivos del ejército que intentaran avanzar en esa dirección.
Una gran responsabilidad asumía el líder del grupo: velar por la seguridad y la vida de los jóvenes. Temprano en la mañana del 27, ante las falta de nuevas informaciones procedentes de Santiago de cuba, Bertrán, junto a Marcheco, se trasladó a Guantánamo para contactar a dirigentes estudiantiles. En el campamento quedaron al frente del grupo Prieto y Mario Montoya Arias. Ya para esos momentos, los oficiales de inteligencia militar del Escuadrón 16, disponían de informaciones que rebelaban los movimientos sospechosos de Bertrán y algunos de sus compañeros.
Ya en Guantánamo, guiado por Felipe Pardo, Bertrán se entrevistó con Serafín Soto Caballero, minutos después de la conversación, son detenidos por miembros del ejército castrense y conducidos al cuartel Silverio del Prado. Pardo logra escapar y e informa a los concentrados en la Sierra de Canasta: sin el líder, valoran la difícil situación y deciden esconder las armas y desmovilizarse, para cuando las condiciones lo permitieran empuñarlas y reiniciar la lucha armada.
De este grupo de jóvenes guantanameros, entre ellos Bertrán, los hermanos Herrera Tito, Serafín Soto y Zulueta Pozo crearían a partir del 30 de noviembre de 1956, el grupo guerrillero de la Sierra Canasta, primera guerrilla del Movimiento Revolucionario 26 de Julio que operó en el Alto Oriente, dirigida por Luis Herrera Tito, unidad combativa que se incorporó en abril de 1958 al Segundo Frente Frank País.