El joven cantautor Claudio Casal Muñoz mereció en Gran Premio del jurado
Más allá de la confirmación de indiscutibles perlas artísticas individuales, ¿qué malezas pertinaces de la cultura plagaron la escena del centro cultural Huambo en el principal concurso creativo musical guantanamero? ¿Qué proyección promocional tendrán las obras que merecieron el favor del jurado, sus compositores e intérpretes?
¿Qué hacer para que las pocas luces de la reciente edición 12 del concurso de composición e interpretación de la música popular Luis Martínez Griñán (Lilí) se abrillanten y proliferen, como merecen? ¿A dónde irán a parar el talento y el esfuerzo de unos, si la desidia y el desinterés por la calidad de tantos principales decisores lo siguen maltratando?
¿Demasiadas preguntas, pocas respuestas y aún menor criterio? ¿Responsables? ¿Cómo resolver?
La desorganización, improvisación, atropello, apuro y facilismo cobraron en los dos espectáculos -sobre todo el inicial de presentación de las obras-, organizados por el Centro provincial de la Música, nombrado como el artista que pretende homenajear con el concurso que convoca. Fue una actividad creativa de cierre cultural del verano.
No presentación de la primera obra concursante, desconocimiento de otra por su intérprete, apuros innecesarios, inseguridad e gratuidad por momentos en ejecuciones, salidas y entradas de intérpretes, bailarines y modelos, baches, deficiencias de audio…, sin parar de contar en espectáculos lindantes con la mediocridad: falta de brillo y emotividad, en general, inmerecidos por el público y la lealtad artística.
¿Buenas ostensibles?: en general, el desempeño de la orquesta, conducida por Conrado Monier, el reconocimiento a este último por sus 40 años de vida artística, al igual que al pianista y arreglista Adrian McPherson Williams, y los 30 del pianista René Méndez, las versiones de temas de Benny Moré y Lilí por solistas, momentos de lucimiento de instrumentistas…
Claudio Casal Muñoz es un joven cantautor crecido, que repite la atención del jurado: Gran Premio, el de Interpretación (por su Yo puedo ser) y el de la canción dedicada a Guantánamo (Esta es mi ciudad), defendida con energía por Lázaro Alfonso Ascón Guilarte (Lachy Pop) y dará más frutos.
A poco supo, no obstante el segundo de Interpretación para Dianet Delia Hernández Laborde (Colibrí), coautora con Orlando Caminero Calderín, hechura de merecimientos. Lances de salvación agradecidos a la presentadora Marieva Rodríguez Mejías.
Para su venidera edición 13, que se convoca para autores de todo el país, las respuestas para evitar fallas sobre el concurso son más perentorias y sobrepasan al Centro de la Música, que las debe, por supuesto. Implican al sistema institucional cultural guantanamero, y más allá, en un evento cuya piel vital son los autores musicales, para quienes el concurso debe ser plataforma.
Vale integrar las instituciones locales del Instituto Cubano de Radio y Televisión, como la emisora CMKS y el telecentro Solvisión, y otros creativos audiovisuales, para difundir esos nuevos valores de la canción popular, incluida la mejor bailable, por los canales disponibles.
Y sobre todo, emplear el tiempo suficiente del año para recibir y seleccionar obras, publicar finalistas, escoger intérpretes, orquestar, ensayar, reconocer previa y públicamente a los creadores, seleccionar el jurado, la locación de las galas, su ejecución, grabar y difundir los premios… Eso es estimular.
Conviene a la cultura dar acabadas respuestas, sin justificaciones, a las preguntas del inicio y muchas otras, para la larga vida merecida del concurso Lilí Martínez.
A propósito, la desaparecida pianista, arreglista y promotora musical Carmen González, al referirse al concurso de marras como “un espacio muy especial para descubrir tanto a autores como a interpretes seguidores del legado de Lilí que con su participación ponderan la valía de la música guantanamera”, dejó hace pocos años, para todos, “un mensaje de alerta”:
“Para que desde cada uno de sus espacios propicien las condiciones para preservar tanto la obra musical de Lilí como de muchos otros guantanameros, teniendo muy presente que a todos nos toca una gran cuota de responsabilidad en trasmitir y legar a las nuevas generaciones todo aquello que nos dejan… y nadie sabe pues…, pueden surgir muchos Lilí en el futuro para la música guantanamera y cubana…”
Comentarios
Ademas tenemos que destrozar el facilismo , creo que el festival tiene que tener lo que lleva y las autoridades de la cultura se deben ocupar y preocupar de este al igual que otros eventos
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