Ciudad de Guantánamo: Mercado Ideal La Creación. Son las 10:30 am del viernes 6 de septiembre, el comercio funciona normalmente con su diversificada venta de cárnicos, granos, víveres… aunque faltan los productos “líderes”: huevos y galletas de dulce y salada. Reina la paz y el orden, hasta ese instante.
Afuera, en Los Maceo y Emilio Giró, donde mismo está ubicado ese establecimiento, aparca el camión de las galletas que, cual esencial combustible, pone “el agua en ebullición”; caldea el ambiente y, como salidos de la nada, aparecen los tan habituales como conocidos “controladores del ambiente”: la “fauna” de acaparadores-revendedores-especuladores.
Son parte “invisible” de ese entorno comercial a la mirada displicente de las autoridades (incluidas las administrativas de las tiendas), quienes los contemplan en habitual carrera especulativa entre el Mercado Ideal El Zunzún, del bulevar, hasta su par La Creación, donde esta vez descargan 120 cajas de galletas, de las cuales 115 van al mostrador de venta y cinco, por orden expresa, al “abrigo” del almacén-oficina administrativa. ¿?
En suma, menos 30 bolsos de un kilogramo, 690 son comercializables, cuando unos 30 minutos después se completa la descarga-recepción, pero para entonces ya impera la Ley de la Selva.
La paz y el orden se rompen ipso facto. Todo, dentro y fuera del establecimiento, se subordina a las galletas. Al interior, la administración rompe la normal práctica comercial y desaloja la instalación Todo, contra toda lógica, se paraliza. El administrador manda, es sordo a cualquier intento de reflexión”.
Lo cierto es que el consumidor, con total irrespeto a sus derechos, es desalojado, obligado a salir e involucrarse en el tumulto inducido en la puerta, hacia la calle, donde imperan los oportunistas controladores del ambiente. No importa generar más caos.
Al exterior ya están “organizadas” tres colas: mujeres, hombres y sordomudos, quienes marcan “puestos” una y otra vez detrás de ellos mismos para “burlar” la norma de dos paquetes por persona y, poco tiempo después, cuando se acaba el “barullo”, con total desenfado e impunidad revender las galletas en el mismo portal de La Creación.
A la administración poco le importa, no es su problema, como tampoco lo es aplicar “su ley” para unos y no para todos, pues tras la descarga, los carreros tienen la libertad de comprar y cargar cuantos bolsos quieran “porque ellos los trajeron”.
Lo descrito es parte del problema generado esencialmente por la incapacidad productiva de mantener el estable suministro, falla bien aprovechada por antisociales y oportunistas.
El asunto se adereza con la patente de corso en que se ha convertido el carné de impedido físico para algunos, esgrimido para pasar por encima de los demás. Por un lado, las mismas mujeres de siempre; por otro, jóvenes sordomudos que se autodeclaran limitados, aunque son campeones en la puja del molote por la galleta, fuente de ingresos gananciales divorciados del trabajo socialmente útil para el que están aptos.
No hay mucho que añadir, las galletas turbulentas son el gran negocio de oportunistas-acaparadores-revendedores-especuladores… ya lo dijo la abuela: a río revuelto, ganancia del especulador.
Comentarios
Vivimos con la idea de que un producto está en peligro de extinción.
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.