-“El pobre, está luchando”.
La frase se volvió compasión a favor del revendedor cuando el policía asumió acción frente al hecho. Así lo viví en la calle Los Maceo y entonces el irónico voto verbal fue parte de un hecho inconcebible: la población victimiza al individuo que trabaja para rasgar el bolsillo ajeno, para pasarle factura a costa de la necesidad de algunos de adquirir ciertos productos.
Resulta paradójico que los mismos que exigen a las autoridades enfrentar el acaparamiento, la reventa, el exceso de los precios… se pongan a favor de quienes pretenden sacar excesivo e ilegal provecho contra la economía de otros.
No es un ejemplo aislado. En reciente reportaje de Venceremos Siomara Begué Quiala, jefa de la Dirección Integral de Supervisión del municipio de Guantánamo, reconocía que en su trabajo por luchar contra los violadores tienen que enfrentarse, muchas veces, con el pueblo.
Esos episodios complejizan el enfrentamiento en una realidad marcada también por las limitaciones de algunos cuerpos interventores, por ejemplo: la Dirección Integral de Supervisión solo dispone de 60 inspectores en el municipio cabecera y en otros la cifra es inferior a diez, a ello se suma la complejidad de enfrentar las ilegalidades por la diversidad de hechos que a diario transgreden la ley.
Es válido reparar en cuánto aportamos desde nuestra posición para hacer cumplir las disposiciones que nos protegen, porque el papel y el poder para denunciar no son solo de la prensa, a pesar de la eficacia y alcance que reconocen quienes acuden a ella como medio de expresión.
En su reciente visita a la provincia de Sancti Spíritus el presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez insistió en que la mejor arma para enfrentar la especulación y el acaparamiento es la cooperación del pueblo, articular un sistema con garantías de resultados será vital para cuidar las economías familiares.
Muchas veces la alteración de los precios, la reventa y demás artimañas que lamentan los bolsillos de la población se concretan en las cuadras donde están los Comités de Defensa de la Revolución, donde hay un delegado, o incluso en las más céntricas calles de la ciudad donde con seguridad en algún momento transitan autoridades que tienen que ver con el asunto.
Hace algunas semanas se hizo público el listado de precios topados para algunos productos agropecuarios, aprobado por el Consejo de la Administración Provincial, junto a esa lista Venceremos dejó claras las múltiples vías para denunciar alteraciones a lo establecido, porque controlar los precios es un asunto de todos.
Nos toca a cada uno formar parte de esa labor por verificar que se cumplan y denunciar las irregularidades, porque la omnipresencia no es un don con el que cuenten los inspectores, sin embargo, es uno que podría traducirse en la colaboración ciudadana, si se aprovechan los canales establecidos y a los que responden determinadas instituciones.
En esa cadena a las entidades competentes en el asunto les corresponde ser ágiles en el control de las denuncias que lleguen por las diversas vías, puesto para que la población pueda tener confianza en esos mecanismos de retroalimentación que publicó Venceremos, debe ver acciones que los respalden.
A más de una semana de que este reportero en su condición de ciudadano enviara un email a tres instituciones sobre una inconformidad relacionada con el tema de los precios, no ha obtenido más que silencio por respuesta de parte de la Dirección Provincial de Finanzas y Precios y el Consejo de la Administración a igual instancia. Los canales de comunicación no pueden ser una mera formalidad, solo para decir que están concebidos.
Corresponde a todos estar conscientes del papel a asumir en esta batalla, que no es precisamente intercambiar el lugar de víctimas con el de victimarios, como en el ejemplo que motivó este comentario.
Es un reto que se gana en colectivo, si cada cual lo comprende, si no se enajena, si el concepto de lucha lo interpretamos en su acepción más literal, y no en esa otra popular que, en la práctica, nos acierta un golpe directo al bolsillo.
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