Busqué el remo, la proa. Lo busqué en los peñascos. Lo busqué entre las rocas erizadas. Lo busqué entre las olas. Me fui a Playita en abril, el once, con la luna. Me fui a Playita a la misma hora en que la cáscara de nuez se posó en las arenas, en que el salto y la dicha se hicieron grandes.

Aquella crónica tendría olor a mar.

Playita de CajobaboPlayita de Cajobabo.

Martí es nuestro contacto con la futuridad. Un cubano no puede mencionar su nombre, sin que algo tiemble, sin que algo nazca.

Periodismo es desafío. Es hurgar el pasado con la memoria inconsolable. Es decir algo inédito donde todos pusieron su palabra. El periódico Venceremos me hizo un perpetuo viajero, un viajero del tiempo. Oriente adentro, Cuba adentro, humanidad adentro.

“Llegan por el muelle viejo”, nos dijeron. Estoy en Duaba. Es la reedición del desembarco de la goleta Honor. Y allá nos fuimos, allá corrimos a tomar las imágenes, a capturar la atmósfera; pero el aire era intenso, pero el oleaje bravo. La tropa que encarnaba a Flor, a Cebreco, a Antonio y a José Maceo, se nos iba, se alejaba. Los vimos tocar tierra más allá, estrujados, empapados, inalcanzables. Y no hubo más remedio que volver.

“Al mar de nuevo”, ordenó aquel que portaba la bandera…

No sé si antes ocurrió, si ha vuelto a suceder. Duaba: dos desembarcos. Una curiosidad que ahora develo, un guiño en la memoria, una historia del mar.
¿Te has asomado, acaso, al Paso de los Vientos? ¿A un mundo verdiazul, añil y espuma en lontananza? ¿Has mojado tu piel en las aguas del límite, en la mismísima punta de la isla? ¿Has visto el sitio por donde nace el sol?¿Te has salido del mapa?

Faro de MaisíVista aérea del Faro de Punta de Maisí, con su entorno verdiazul del Paso de los Vientos.

No importan los rigores para llegar a La Máquina, la cabecera de Maisí. Ni la tierra áspera y rojiza, ni ese sol calcinante. Cada kilómetro lo vale. No importa, si asistes a la reparación del Faro, si lo subes, si sigues sus escalones bordeadores. Si te asomas al balcón circular, si escuchas la voz del farero. Si ya puedes dejar que el mar bata en tus ojos.

La altura exacta, el alcance, los números, están en todas partes. Solo importa que estés aquí. Solo, lo que llevas contigo. Hace treinta años tengo ese mar, tengo ese resplandor. Y aún no se apaga.

Comentarios   

+2 #1 Mulato de Ley 16-02-2020 17:11
Hermosa crónica, como todas las anteriores. Espero las próximas. 8)
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0 #2 Reinaldo Cedeño Pineda 19-02-2020 16:38
gracias por permitirme esta oportunidad gracias al venceremos y a los que se animan a leer estas crónicas y las que vendrán/ Gracias al que ha dejado aqu'sus consideraciones gracias Guantánamo, una vez, mil veces
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