Un ángel te recorre las calles, las esquinas, las sombras largas de tus portales simples, de tu arquitectura grácil, fresca…, sin la rimbombancia de otras urbes, pero igualmente única, amada, colgada de miles de suspiros de tus hijos desperdigados por el mundo, insistente, cada día como si fuera el primero, al ojo de quien se queda.
Un ángel te recorre, Ciudad de mis antepasados y mi progenie. Ciudad que he visto y me ha visto –así en mayúsculas- Reconocimiento mutuo como una hija descubre a su madre y viceversa. Porque no es posible la una sin la otra. Y la otra no sería lo que es sin la primera.
Un espíritu de hidalguía, de orgullo, de gloria. No sé si es La Fama o si las almas de tus hijos más ilustres y amantes… Ese ángel del que hablo.
En todo caso, es lo que has recibido de tus hijos, de los primeros, de esos comerciantes que hicieron del monte su casa, y se aplatanaron entre el verde y el río saltarín, y el beso mañanero de las montañas que te custodian, desafiantes y diáfanas…
De aquellos que ya podían llamarse criollos, guantanameros, cubanos. Los que donaron tierras, los que fundaron, pusieron poco a poco el nombre de Guantánamo en el mapa cultural, económico y político del Oriente cubano. Y sintieron, sufrieron, amaron en ti y por ti, a veces.
No es casualidad que tu seno acogiera tanto mambí, tanto irredento, tanto bravo. Que tus calles, nombradas casi siempre por libertarios, se alzaran, gritaran, se revelaran, cada vez que hizo falta. Y la hizo.
Tampoco son gratuitos tus amantes. Muchos, diversos, profundos.
Poetas ilustres llenaron cuadernos en tu nombre, Villa Iris Amada, inspirados por tu belleza de dama incólume al paso del tiempo. No fueron menos los juglares que te han cantado, te cantan todavía como si te vieran por primera vez, encandilados. Los que rebuscan tu historia, tus raíces, preservándote para los que estamos y vendrán…
En estos días estás de cumpleaños. No celebramos tu nacimiento, empero: ese llevaba otros acentos y no se oía más allá de las aguas que, para la primera década del siglo XIX, te “abrazaban” por dos de tus costados.
Pero sí naciste como Villa, hace 150 años. Con tu gobierno. Tus finanzas. Tus aspiraciones a más. Tus hijos propios que ya no eran santiagueros, ni orientales, sino guantanameros.
Un ángel te recorre, te lo digo, Ciudad.
Nos hace voltearnos cada tanto. Admirar tu arquitectura, la luz que te puebla los espacios, sentir tu latido de ciudad vida que se mueve, se transforma. Sufrir, cuando sufres, como en los amores cuando son de verdad.
Y celebrar contigo, cuando es importante recordarte como eras y te vemos ahora para cuidarte más, para mimarte y renegociar ese pacto filial en el que eres lo que somos quienes te poblamos -lo que seamos capaces de amarte, de preservarte…-, ni más ni menos, y viceversa.
Un ángel te recorre, Ciudad de mis amores.
Comentarios
amo a mi Guantànamo y ten orgullo de ser Guantanamera
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