En un mundo marcado por crisis sanitaria y desigualdades, Cuba destaca no solo por su sistema de salud universal y gratuito, sino por el legado humanitario de sus profesionales.
Este 12 de mayo, nos unimos al mundo para celebrar el Día Internacional de la Enfermería bajo el lema “Nuestras enfermeras, nuestro futuro”, una consigna que reconoce el rol esencial y transformador de quienes, día tras día, se entregan con profesionalismo y sensibilidad a esta nación.
Gracias a un modelo de formación sólido y humanista, Cuba ha graduado a miles de enfermeros y enfermeras capaces de afrontar los desafíos sanitarios con eficiencia y sabiduría. Su labor ha sido decisiva para que el país exhiba indicadores de salud admirados internacionalmente, como la reducción sostenida de la mortalidad infantil y la alta cobertura de inmunización ante enfermedades como la poliomielitis, difteria, sarampión, parotiditis, tosferina y rubéola.
Este año, la jornada de homenaje se extiende hasta el 3 de junio, con actividades que resaltan tanto el compromiso cotidiano como el legado histórico de figuras como Victoria Bru, primera enfermera mártir de Cuba.
El Consejo Internacional de Enfermeras subrayó en 2025 la importancia de cuidar el bienestar físico, mental y emocional de estos profesionales, conscientes de los desafíos que enfrentan y del valor incalculable de su trabajo para el funcionamiento de los sistemas de salud y el bienestar de las comunidades.
Hoy, más que nunca, la sociedad cubana rinde tributo a sus enfermeros y enfermeras, guardianes silenciosos de la vida, que con altruismo y vocación sostienen la esperanza y la salud en la nación. Su entrega diaria, su capacidad de adaptación y su compromiso inquebrantable son ejemplo e inspiración para las futuras generaciones.
Mientras el mundo reconoce a quienes velan por la vida en camas de hospital, Cuba merece una mención especial. Sus enfermeros no solo cargan con el peso de un sistema de salud ejemplar, sino que exportan solidaridad en un planeta fragmentado. Honrarlos es también exigir el fin de las sanciones que obstaculizan su labor y recordar que, como dijo Florence Nightingale, considerada la fundadora de la enfermería moderna, «la enfermería es un arte, y si se ha de practicar como arte, requiere una devoción tan exclusiva como el trabajo de un pintor o un escultor».