Cualquier hecho trascendental o eventualidad que ocurra en un lugar, territorio o país debe siempre servir para evaluar cuán preparados estamos para enfrentarlo, desde nuestra posición como individuo hasta el nivel de grupo poblacional o sociedad.
La aguda contracción económica que se vive en este Archipiélago y su palpable manifestación en los bolsillos y la piel de la mayoría de los cubanos viene a reafirmar una reiterada verdad, que muchas veces los que habitamos este país no valoramos en toda su dimensión: somos un pueblo preparado en una cultura de la resistencia.
En Cuba se ha forjado, en más de seis décadas y media de Revolución en el poder, una población educada en un proceso de construcción de enseñanza colectiva, que tuvo su génesis en aquella luminosa Campaña de Alfabetización y se consolidó en todos estos años. Es un logro del proyecto social cubano que no puede ser minimizado por sus detractores de dentro y fuera de la Isla.
Imprescindible y esperada por décadas, desde el 4 de octubre de 2024 entró en vigor la Ley de Comunicación Social, normativa jurídica que en esta materia refuerza lo aprobado en la Carta Magna cubana y que, en primerísimo lugar, pretende “fortalecer la unidad del pueblo, afianzar la ideología de nuestra sociedad socialista y defender la independencia, soberanía y seguridad de la Patria”.
Así como “un aporte de mayor trascendencia en el escenario de guerra política, ideológica, económica, comunicacional y cultural que enfrenta la Revolución Cubana”.
Una ley que está llamada a socializarse entre todos y, sobre todo, a cumplirse por los decisores, quienes desde sus diferentes funciones de dirección tienen esa responsabilidad en su condición de servidores públicos. Algo que, en mi opinión, muchos cuadros y jefes de no pocas entidades olvidan y “violan” ese compromiso de mantener informado al pueblo.
Vale preguntarse, entonces, por qué esperar tanto para sacar una nota o dar una información sobre alguna problemática, de las muchas que, a diario, afectan a la población.
Dígase, por solo citar algunos ejemplos los desabastecimientos de determinados productos, la falta de agua o de transporte o la incapacidad en la recogida de desechos sólidos que hacen, cada vez más, incrementarse los basureros en cualquier esquina de las ciudades.
En la provincia y en el país están los medios de prensa necesarios y comprometidos con informar la verdad sea cual sea; en la mayoría de los organismos y entidades existen comunicadores y los perfiles y páginas institucionales, y hay espacios diseñados para la comunicación comunitaria e interpersonal.
Por qué entonces, ante algún hecho o eventualidad, hay que esperar que corra el rumor, por demás, un fenómeno común de la comunicación humana informal que lleva implícito informaciones no siempre verificadas.
Toca a los responsables, a cualquier nivel, explicar cuán severas son las dificultades por las que atravesamos, informarlo, comunicarlo a ese pueblo que espera una explicación, y en lo posible conocer todo lo que se hace en la búsqueda de soluciones a diferentes problemáticas.
Así nos lo enseñó Fidel en “su diálogo constante con las masas, con el pueblo”, al decir del Che en El socialismo y el hombre en Cuba.
Estar mejor informados permitirá siempre comprender los esfuerzos que se hacen en todos los territorios para lograr sortear limitaciones y dificultades para avanzar en el desarrollo económico y social del país.
Pero también, para concentrarnos en analizar lo consciente y rápido que tenemos que ser, en hacer lo que nos toca a cada cual desde nuestras responsabilidades familiares, laborales y sociales.
Es esta máxima la que la dirección del Estado y el Gobierno han llamado Pensar como país, y que también se traduce en ser ágiles en el desempeño diario de nuestras funciones y a no esperar que nos digan lo que sabemos tenemos que hacer.
Eso en buen cubano se llama coger rápido la seña, sobre todo por aquellos que tienen el deber de ver más lejos, ser previsores, pues para algo están al frente de determinadas responsabilidades.
Pero no se trata ahora de pretender la búsqueda ilógica de culpables, ni solo de ver “a ciegas” las manchas en el sol, más allá de la luz.
Lo que toca ahora es ser creativos, precisos y oportunos en nuestro diario accionar, desde la posición social que tenemos. Eso espera la Revolución de sus hijos, y en situaciones como estas no hay tiempo para las morosidades, en materia de comunicación social “cojamos la seña”.