Vivir en tiempos de pandemia ha sido difícil para todos y, aunque no lo creamos, también para los niños. Me atrevería a decir que ellos son los que más han sufrido los efectos del confinamiento impuesto para frenar la expansión del nuevo coronavirus, pues a diferencia de los padres, que pueden ir a hacer las compras o tienen que acudir a sus trabajos, ellos no deben salir a la calle por ningún motivo.
Los más pequeños del hogar han visto interrumpidas sus clases, sus relaciones sociales, el juego con sus amiguitos, y no siempre entienden bien lo que está pasando. El encierro en casa ha alterado casi todas sus rutinas.
¿Tienen idea de las consecuencias que puede tener para un niño permanecer encerrado en casa?
Pues son muchas, como por ejemplo estrés, irritación, dificultad para concentrarse, hábitos alimentarios desajustados, sedentarismo..., pero una de las consecuencias que casi siempre suele manifestarse en los menores es la alteración en los horarios del sueño.
El descanso es muy importante para un niño. La hormona del crecimiento actúa de noche, dormir tarde hace que el desarrollo del niño sea perjudicado en varios niveles: aprendizaje, estabilidad psicológica, inteligencia... Durante la noche, el cerebro se recompone, y en la infancia ocurren muchas conexiones neurológicas nuevas que promueven un proceso saludable.
Estudios recientes demuestran que los niños que se duermen tarde se vuelven más ansiosos e irritables, tienen menor capacidad de concentración, un débil desempeño escolar y son más vulnerables a trastornos psicológicos.
En los tiempos actuales no es fácil hacer que los niños duerman temprano. Por lo que les propongo estos consejos, que de seguro le ayudarán con sus pequeños.
-Los horarios de sueño se pueden adaptar a las tendencias naturales de los niños, pero siempre dentro de un horario lógico y estable, y sin alterarlo más de una hora. Cada niño necesita un tiempo diferente de sueño, que en la mayoría de los casos viene determinado por su edad.
-Los expertos recomiendan dejar a un lado las tareas pasivas, especialmente a primera hora de la mañana, como puede ser ver televisión o usar teléfonos móviles. En cambio se deben sustituir por actividades que requieran de un esfuerzo mental, como hacer los deberes, leer o hacer ejercicios.
-Respetar los horarios de comida. También es importante un buen desayuno, y evitar picar entre horas.
-Evitar las bebidas y comidas excitantes por la noche. Algunos alimentos, como el chocolate, y bebidas como los refrescos con cafeína, pueden causar una mayor energía y excitación en los niños, por eso se recomienda evitarlas en ese horario.
-Limitar las siestas. Los niños de dos a cinco años, que tenían una rutina de siesta en el círculo infantil o en la escuela pueden seguir haciéndola en casa, siempre que se mantenga la misma duración todos los días. A partir de esa edad, y en la adolescencia, no se recomienda dormir durante el día, aunque en caso de hacerla no deberá superar los 30 minutos, y nunca después de las 5 de la tarde.
-No permita que su hijo lleve un celular a la cama, pues eso lo mantendrá despierto sin que usted lo sepa. La luz de esos aparatos, además, es muy perjudicial, pues envía al cerebro una señal que indica que aún no es tiempo de dormir, así que el sueño no “viene”. Establezca límites con su hijo, y determine la cantidad de tiempo en que le está permitido usar esas tecnologías.
Recuerde que lo más importante es la salud de nuestros niños, y el descanso es también una forma de preservarla.
Comentarios
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.