mandela resistencia

¡Hola, amigos! ¿Alguna vez han tenido experiencias muy dolorosas o traumáticas, que pensaron nunca superarían y con el tiempo lo lograron?

 

Pues ese ejercicio de superación, esa capacidad de los seres humanos para afrontar las adversidades, asumirlas con flexibilidad y, lo más importante, de todo: salir fortalecido de ellas, es conocida según especialistas de la psicología como resiliencia.

La palabra proviene, en la etimología latina, de “resilio” que quiere decir rebotar, o volver atrás. En la ecología se le asocia a la potencialidad adaptativa de las comunidades para tolerar perturbaciones o cambios en los ecosistemas, de ahí el uso recurrente de la palabra en nuestro país, muy vulnerable ante disimiles fenómenos atmosféricos.

 

La vida siempre presenta adversidades, y no todos somos capaces de enfrentarlas del mismo modo. Algunas son situaciones repentinas, como la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, un robo, y otras son duraderas, como haber nacido en un hogar no bien conformado, tener algún accidente… que incapacita para una o algunas actividades.

 

Sin embargo, lo importante es saber sobreponerse, perfeccionarse o, al menos, mejorar. La resiliencia nos permite darnos cuenta de que lo que no te mata te hace más fuerte.

 

Acá los dejamos con una minifábula que reflexiona sobre este importante tema.

 

La fábula del helecho y el bambú

 

Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.

 

- ¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

 

-Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?

 

-Sí, respondí.

 

-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú.

 

-En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

 

-En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú… y así sucesivamente hasta el quinto año cuando un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra.

 

-El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

 

-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano y continuó…

 

-El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

 

-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó…

 

La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…

 

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces…

 

(Cuento oriental)

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