chicas voleibol

La selección femenina de Cuba obtuvo este fin de semana su boleto para el Campeonato Mundial de la disciplina del próximo año, previsto en Japón, tras finalizar segunda en uno de los clasificatorios de la región de Norte, Centroamérica y el Caribe (Norceca).

Se cumplió el objetivo de lograr la plaza, pero el elenco sigue dejando muchas dudas sobre su regreso a la elite, pues perdió en la final con la anfitriona Canadá, nada menos que 0-3.

Nótese que no se trata del mejor equipo de nuestra área geográfica, porque las fuerzas fueron distribuidas en tres grupos, los otros dos previstos en República Dominicana y Trinidad y Tobago los días 13, 14 y 15 de octubre, en busca de otros cuatro pasajes a Japón.

Por allá deben eliminarse las dominicanas, puertorriqueñas y mexicanas, que por tradición tienen más fuerza que las canadienses, por lo que de cara a la cita del orbe, las expectativas tienen que estar bien bajas.

Además, a este mismo conjunto canadiense las cubanas las habían superado este año en la Copa Panamericana de Perú, lo que habla de progreso en las norteñas y retroceso en las nuestras.

Según explicó el entrenador de nuestra escuadra, Wilfredo Robinson, durante el torneo trató de darles juego a las figuras más jóvenes, pero a la hora de la verdad, con sus mejores armas, se vio desarmado ante Canadá.

Con estos truenos, nada bueno puede esperarse de las chicas en la venidera justa del orbe. No pretendo menospreciarlas ni mucho menos, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y nuestra realidad es bien dura.

De las Espectaculares Morenas del Caribe solo nos queda su estela, y no se ve en el horizonte próximo la posibilidad de acercarnos a su rendimiento. Hablo de acercarnos, ni siquiera de igualarlo, porque ya eso son palabras mayores.

Nuestro voleibol sigue sufriendo del síndrome del “eslabón perdido”, un mal que ya hace tiempo afecta los dos sexos, cuando antes era casi coto exclusivo del masculino. Se está trabajando con ahínco desde las categorías inferiores, pero si seguimos dejando talentos en el camino, por la razón que sea, la mitad del trabajo se pierde, y eso es demasiado para un deporte colectivo que tanta gloria nos ha dado.

Fuente: Cubasí

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