Torneo Haarlem Cuba ALE 580x386

La selección Cubana de béisbol se despidió esta mañana de jueves del torneo de Haarlem, Holanda, sin poder apuntarse una victoria en cinco salidas, dejando para los archivos su peor actuación histórica en este tipo de competiciones, perdida en el fondo de la tabla de posiciones.

El verdugo del día fue Taipéi de China, rematándonos con un doloroso nocaut de 12 carreras por 2 en siete capítulos. El martes fue Holanda, nuestra bestia negra de los clásicos mundiales. El lunes le tocó a Italia, el domingo a Japón, y el sábado fue Alemania, en un presagio perverso de lo que vendría después.

Hemos visto a todos los conjuntos en fila India masacrándonos en el terreno, buscando venganza, desquitándose con creces de los palos que algún día le dieron un tal gigante del Escambray o un Omar de apellido Linares, dándole alimento a los bates que un Braudilio o uno de apellido Valdés mantuvieron hambriento durante años.

Ahora todo es fácil, hacen cola para golpearnos en el terreno mientras seguimos cruzados de brazos ofreciendo la otra mejilla. Una homogénea muchedumbre uniformada pidiendo el último de la cola, imberbes universitarios, veteranos barrigones, emigrados olvidados, profesionales y amateurs, novatos y hasta cuervos que un vez criamos, nos quieren sacar los ojos.

¿Qué hacemos? ¿De qué manera nos rebelamos, izamos la bandera de nuestro deporte nacional, tocamos ¨a deguello¨ y soltamos la caballería salvaje para reconquistar los territorios perdidos? ¿Cómo salimos de esta pesadilla interminable que nos despierta por la madrugada?

Los aficionados ahora mismo no entendemos por qué todo sigue igual, por qué se repetirán el año que viene las series especiales, cómo es posible que los estrategas de bochornosas derrotas ni siquiera bajen la cabeza. No entendemos cómo es posible que nuestro deporte nacional, esa parte intangible de nuestra cultura esté pendiendo de un hilo, cómo es posible que peligre nuestra propia identidad y estemos cruzados de brazos esperando milagros y confiando en la divina providencia.

Algo hay que hacer, basta ya de papelazos y medias tintas. ¿Hasta cuándo vamos a estar en el pozo de las desdichas? En Cuba se juega béisbol, hay un pelotero por cada metro cuadrado. Los aficionados no creemos en falta de recursos, en ausencias importantes ni en tiempos modernos, en Cuba se juega béisbol y no nos pega ese papel bíblico de estar aguantando bofetadas de cualquiera que se ponga un uniforme con números. Algo hay que hacer, estamos a tiempo. Nos vemos en el estadio.

Fuente: Cubadebate

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