deporta hDentro del océano de opiniones tras el segundo lugar de Cuba en el medallero de los recién finalizados XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla, hay que abrirse espacio para reconocer la fantástica actuación de los deportistas mexicanos. Su efectividad y maestría en la defensa de cada título, les valió la proeza de regresar a la cima tras 52 años de casi un eterno segundo lugar.

Ese debe ser el punto de partida, si emprendemos el análisis de esta cita como una compleja y agotadora carrera de maratón hasta cubrir sus 42 kilómetros. Es la única vía que nos llevará, aun desde la condición actual de sublíder, a comprender que Cuba continúa siendo la primera potencia deportiva del área. Es también la ruta para volver a llegar primero a la meta.

No es un juego de palabras. Así como el maratonista ha de saber cuándo es el momento de atacar, cuántas son sus fuerzas en ese instante, qué se puede encontrar tras el difícil umbral del kilómetro 35, donde según los héroes hasta ahí se corre y a partir de entonces es que se empieza a competir, intentemos ir paso a paso, devorando metros de lo que fue el trayecto barranquillero.

Marcia Videaux brilló en la gimnasia para devolverle a Cuba el trono de esta bella disciplina.

CUBA COMPITIÓ CON LA CABEZA ALTA

En estas mismas páginas, el pasado 3 de enero, a siete meses de la justa multideportiva colombiana, recordábamos la frase del presidente del Comité Olímpico Cubano, José Ramón Fernández: «para finalizar primero hay que subir una mata de corojo en short». Y citábamos entonces al doctor René Romero, director del Centro de Investigaciones del Deporte Cubano, en el programa televisivo Mesa Redonda del 13 de diciembre del 2017, cuando dijo: «la varilla está alta». En el propio espacio del periódico acotábamos: «es el mayor  reto para la historia del deporte revolucionario. Está claro que no son unos Juegos Olímpicos ni unos Panamericanos, pero la región ya no se parece ni siquiera a los inicios de este siglo, aunque en el orden competitivo sea la más modesta. La manera de concebir el deporte muestra hoy varias aristas, en lo económico, social y en lo deportivo, que han transformado la correlación de fuerzas. Cuba y su deporte no están exentos de esos impactos».

Y como así ocurrió, no creo que la Mayor de las Antillas se haya ido con deudas del balneario colombiano, aunque sí tienen las autoridades deportivas, y lo han expresado, tareas urgentes y necesarias.

Fueron estos los Juegos donde por primera vez 30 naciones suben al podio y es la segunda ocasión, estando presente Cuba, que 18 pabellones alcanzan el sitial más alto.

En esa expresión cualitativa, República Dominicana, Guatemala y Jamaica protagonizaron sus mejores actuaciones, con presencia cubana en la lid, mientras que Trinidad  y Tobago registró una participación inédita y Bahamas igualó su mejor rendimiento. Dos banderas, las de Guadalupe y Martinica, ondearon en los mástiles de premiaciones su estreno.

El taekwondo logró tres medallas de oro más que en la cita precedente de Veracruz en el 2014.

LA CUENTA OLÍMPICA Y EL DEDO EN LA LLAGA

Detrás del medallero de los Centroamericanos y del Caribe hay otro, el del programa olímpico, ese por el que se mide a una potencia. En Barranquilla se disputaron 450 pruebas, 148 más que las 302 de la más encumbrada escena atlética, algo que afortunadamente fue tratado en el prólogo de este certamen, como una amenaza letal de gigantismo que ya vivieron los olímpicos, razón por la cual se ajustó la cantidad de finales en ese contexto.

Si evaluamos a la lid barranquillera por el formato bajo los cinco aros, los dos países que encabezaron la tabla de lauros seguirían siendo los mismos, solo que el orden cambiaría: México bajaría al segundo escaño y Cuba ascendería al primero.

En ese mismo camino, México obtuvo en la justa centrocaribeña 12 primeros lugares en deportes del calendario olímpico, Cuba capitalizó en 11, Colombia en ocho, Puerto Rico y Guatemala en dos y Venezuela y República Dominicana en uno. Frente al esquema de los Juegos del área, la comitiva mexicana triunfó en 26 (Cuba no estuvo en seis de ese total), disciplinas; la Mayor de las Antillas en 19; Colombia en 11; Puerto Rico en tres, Venezuela y Guatemala se consagraron en dos y República Dominicana en uno.

La pregunta es: ¿por dónde se escapó el trono y por qué la diferencia de 30 títulos? Hay varias aristas. Es cierto que la delegación cubana es muy joven (el 66 % debutaba en estas porfías); que como nunca se aparecieron atletas de nivel mundial, que Colombia cedió en áreas donde era favorita y México copó ese vacío, que los entrenadores cubanos con otras escuadras hicieron diferencias, que la desventaja de no intervenir en 91 discusiones de medallas es abismal y tampoco se puede desconocer que nuestra propia historia pesa muchísimo.

Una variable importante es el referente más cercano, la cita precedente de Veracruz. Con respecto a ella, hace cuatro años México mejoró en 14 deportes y Cuba en 12, pero los mexicanos tuvieron cuatro con un ascenso de más de cinco trofeos: natación (+8), tiro y ciclismo (+7), y remo (+6). En tanto los cubanos dispusieron de solo una disciplina, la esgrima (+5), cerca de ese nivel de ascenso. México descendió en medallas áureas en 11 deportes y Cuba en 10. Pero en esa disminución ninguna modalidad de los mexicanos bajó en más de tres, mientras su rival caribeño cruzó de ese límite de pérdidas en seis, dos de ellas, judo y remo (-5), y otra, el atletismo (-13). Sumemos, restemos y encontraremos la respuesta y el centro para el análisis.

PARA EL HONOR, MEDALLA DE ORO

Así escribió Fidel el 24 de agosto del 2008 para calificar a los deportistas cubanos y así, con esa cualidad como bandera, los vimos en Barranquilla. No hay dudas de que fueron a ganar, sabiendo de antemano que el reto podía sobrepasarlos. Por eso hubo lágrimas, lo mismo ante el revés que encima de lo más alto del podio; por eso Anisley, la clavadista fue campeona, o las más noveles muchachas del taekwondo ganaron en el duelo.

La frase también arropa a los entrenadores y quisiera en uno de ellos, en Pepe Ramírez, de baloncesto, homenajearlos a todos. Les dijo a sus alumnos: «honor, valor y defensa nos tiene que sobrar, la actitud es lo más importante». Así se les habla a los que no son favoritos, para como ellos, terminar en el podio y con la actuación más relevante de ese deporte en el siglo XXI.

Ante hazañas como la de la corredora Rosmery Almanza, ganadora en días consecutivos de 800, 1 500 y una electrizante carrera de 4x400, o las de los equipos de hockey y el valor de los nadadores, dos áreas en que lo invertido en sus instalaciones hicieron flamear la bandera, se siente el orgullo de ser cubano. Cómo no estremecerse ante nuestras deportistas, al saber que ellas aportaron el 41 % del botín dorado de la delegación; si hubieran competido como un país habrían alcanzado el cuarto puesto entre 37 naciones. Y ante el jovencito gimnasta Alberto Leyva, quien lo arriesgó todo en un salto. A su gesto de dolor en el tapiz lo sucedió una exitosa intervención quirúrgica de esa otra potencia cubana, la medicina.

Cualquier avezado se preguntaría, ¿periodista y la pelota qué?. Sí, el béisbol sí sale con una gran deuda, cayó en el nivel más bajo. El análisis de las bolas y los strikes demanda seriedad y urgencia, porque la pelota es Cuba. Pero nos quedamos –no para consolarnos–, con la vergüenza con la que los Cepeda, Torriente, Blanco, Ayala, Raidel… encararon la defensa de un segundo lugar, que ellos mejor que nadie saben que no nos llena.

Y justo en la despedida vino la sentencia, la que nos identifica frente a los retos, la que expresa la máxima de superarnos a nosotros mismos. Antonio Becali, presidente del Inder, dijo: «desde ya tenemos el objetivo de recuperar el segundo lugar en los Juegos Panamericanos, el próximo año en Lima».

No es triunfalismo ni tampoco una quimera, hay que proponérselo y será aún más difícil; lo fácil sería no intentarlo.

 

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