oro dayarisFoto: Ricardo López Hevia

La venganza es un plato que se sirve frío, dicen, y en efecto, nada más placentero que volver sobre tus pasos y saborear las mieles del triunfo contra una rival que te aguó la fiesta en el pasado.Justo eso fue lo que consiguió la judoca cubana Dayaris Mestre (48 kg) frente a la argentina Paula Pareto, al borrar por completo el casete de Guadalajara 2011 y disfrutar la gloria continental con sus propias manos.

El Centro Deportivo de Mississauga, al oeste de Toronto, quedará como testigo del triunfo de la antillana, imponente en su trayectoria desde el mismo inicio con victorias sucesivas ante la ecuatoriana Diana Cobos y la mexicana Edna Carrillo, antesala de su asalto final con Pareto.

“Nos hemos enfrentando varias veces con resultados divididos, pero hoy era un lugar importante para obtener la victoria y abrir el camino de oro de Cuba”, confesó Mestre en zona mixta tras remontar una desventaja inicial contra la argentina, muy pasiva en algunos trances del combate.

La cubana puso más intensidad casi todo el tiempo, pero tuvo que sobreponerse a una penalización por falso ataque para forzar el punto de oro, donde rápidamente proyectó a su verdugo de múltiples citas y se anotó el wazari dorado.

“En Guadalajara derroté a Sarah Meneses pero no tuve suerte después en la final contra Paula Pareto y me ganó, en parte por incumplir con las orientaciones de la esquina. Ha pasado el tiempo y la vida me ha demostrado que los entrenadores siempre tienen razón en las cosas”, señaló Mestre muy emocionada tras el éxito.

“He tenido la oportunidad de ser la primera medallista de oro de la delegación en Toronto, donde tenemos un gran reto frente a rivales de mucho nivel, pero creo que nos llevaremos el segundo lugar”, añadió la espirituana, alzada en brazos por la propia Pareto en un gesto muy elogiado por los cientos de personas presentes en la sede.

“Siento una alegría que no se cómo explicar, entre nosotras hay una gran rivalidad pero fuera de las batallas nos llevamos bien. Otras veces ella me ha ganado y he tenido que bajar la cabeza y felicitarla, ahora me tocó triunfar a mi”, precisó Mestre.

La propia Pareto reconoció después del combate que siente mucho cariño por la cubana y por eso la cargó tras el veredicto. “Hemos entrenado juntas y son muchos años de competencias, yo he ganado otras veces y ahora fue su oportunidad. Me da mucha alegría porque es una atleta que se esfuerza y se entrega igual que yo”, dijo la argentina.

Igual de sentidas resultaron las dos medallas de bronce que lograron Grettel Romero (52) y Yandrys Torres (60), muy efectivos en sus peleas decisivas, en las cuales superaron a la ecuatoriana Diana Díaz y al canadiense Sergio Pessoa, respectivamente.

“Es una gran satisfacción alcanzar el bronce, la competencia fue muy fuerte y le dedico el triunfo a Yanet Bermoy, que no pudo estar aquí por una lesión”, sentenció Romero, de 26 años.

Yandrys, por su parte, probó ser un hueso duro de roer, un muchacho que pese a defender la división menor tiene la robustez y fortaleza de una mole. “Cuba tiene en él a una de sus mayores promesas, estuvo casi un año sin competir, y en muy poco tiempo mira el resultado que tienen”, destacó su entrenador Justo Noda al terminar el duelo.

“Es una gran medalla, lo logré en un combate muy reñido, tuve que sacar todas las herramientas que desarrollado en los entrenamientos, y también trabajar con mucha concentración, porque me encontré abajo y supe remontar contra un canadiense, frente a su público”, precisó Yandrys, laureado en una división que vio coronarse sorpresivamente al ecuatoriano Lenin Preciado ante el poderoso brasileño Felipe Kitadai.

Lo cierto es que millones de personas han vibrado con el primer asalto del judo, prometedor en toda la línea, y ahora con el reto de seguir aportando al medallero de la delegación en su lucha por el segundo lugar de América.

oro dayaris2Foto: Ricardo López Hevia

oro dayaris3Foto: Ricardo López Hevia

Fuente: Periódico Granma

La venganza es un plato que se sirve frío, dicen, y en efecto, nada más placentero que volver sobre tus pasos y saborear las mieles del triunfo contra una rival que te aguó la fiesta en el pasado.

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