ceremonia caridad indiosEl Cacique Panchito ofició el ritual de inhumación de los restos de indocubanos taínos devueltos a Cuba.

Hace casi 16 años, el 9 de enero de 2003, la rutina cotidiana fue trastocada en la comunidad de La Ranchería, perteneciente al Consejo Popular de La Caridad de los Indios, en el municipio guantanamero de Manuel Tames, donde se conservan los encantos primitivos de las poblaciones aborígenes cubanas.

Ese día, los habitantes del intrincado paraje asistieron a una sencilla y anónima ceremonia de inhumación de los restos de siete indocubanos taínos, de ellos seis adultos y una menor, que reposaron durante casi un Siglo en las vidrieras y almacenes del Natio­nal Museum of the American Indian (NMAI, Museo del Indio Americano), del Smithsonian Institution, ubicado en Nueva York, Estados Unidos.

El destacado escritor, investigador y promotor cultural baracoense Oscar Montoto Mayor, uno de los testigos presenciales del trascendental sepelio, recogió en un pequeño libro titulado El descanso definitivo. Repatriación del ancestro indocubano (Ediciones Catedral, Santiago de Cuba, 2006), sus memorias sobre la devolución de las osamentas a la Mayor de las Antillas.

Entrevistado por este redactor a través de la red social Facebook, Montoto Mayor relató que “los restos mortales llegaron a La Habana el 19 de junio de 2002, custodiados por Richard West, director del NMAI; Jim Pepper Henry, directivo del Programa de Repatriación; John E. Huerta, miembro del Consejo General del Smithsonian Institution, y otros especialistas estadounidenses.

“El pequeño cofre fue entregado en emotivo acto a la señora Lupe Veliz, viuda del Doctor Antonio Núñez Jiménez, y presidenta de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre (FANJ) que lleva el nombre del eminente científico considerado el cuarto descubridor de Cuba.

En esa formalidad estuvieron presentes el Doctor Ángel Graña González, asistente por décadas de Núñez Jiménez, y Sergio Pastrana, secretario de la Academia de Ciencias de Cuba, entre otros invitados, refirió el también Premio Nacional Olga Alonso 2000 por la Obra de la Vida.

Alejandro Hartman Matos, historiador de la ciudad de Baracoa, recibió tiempo después la pequeña caja para custodiarla hasta el día en que se efectuaran los funerales, en ocasión de celebrarse en enero de 2003 la IX Conferencia Legado Indígena del Caribe, con sede en la Ciudad Primada.

Al evento internacional asistieron Francisco Ramírez Rojas “Panchito”, líder comunitario (Cacique) de La Ranchería, su hija Idalis, el grupo musical más 20 pobladores de esa localidad, además de varios descendientes de grupos étnicos de Estados Unidos y Canadá como los navajos, mohawk, kaw, algonquín, chicanos, y varios puertorriqueños, suramericanos y estudiantes norteamericanos.

ceremonia caridad indios2Pequeña bóveda para el descanso eterno de los ancestros cubanos.

Espiritual velatorio

Concluida la citada Conferencia indígena en La Primada, sus participantes partieron en ómnibus hacia Guantánamo, donde la comitiva fue recibida por el General de Brigada (retirado) Francisco González López (Pancho), Héroe de la República de Cuba, entonces responsabilizado con el plan de desarrollo del macizo montañoso Nipe-Sagua-Baracoa.

Desde el hotel Guantánamo, sitio de alojamiento, partieron el 9 de enero de 2003 hacia La Ranchería, tras largo y tortuoso camino por las empinadas lomas tamenses, donde los esperaban los vecinos de La Caridad de los Indios.

“En el pequeño poblado –describe Montoto- el Cacique Panchito nos condujo en lento peregrinar hasta el cementerio donde fue construida una bóveda atípica. El silencio prevaleció en el solemne ritual. Nos agrupamos en círculo alrededor de la urna mortuoria y la caja contenedora de los restos que estaban en manos de una venerable anciana.

“Alrededor de la bóveda se colocaron ofrendas florales de los asistentes al funeral. Entonces Panchito miró hacia el cielo, quizás intentando atrapar el tiempo en ese segundo. Solicitó permiso a las mujeres y hombres mayores, y dijo: Esta es la historia. Nosotros queremos que nuestros nietos vean.

“Acto seguido, encendió un tabaco y pronunció la tradicional oración dirigida a las cuatro direcciones (Estaciones) y a la Tierra Madre, al Sol, el Agua, el Viento, la Luna y las Estrellas. En coro espontáneo, los pobladores de La Ranchería entonaron las notas de La Mamalina, copla popular convertida en símbolo de tradición y mensaje espiritual.

“Entonces la anciana colocó el pequeño cofre en el sitio destinado al reposo final y eterno. Las voces de los cantores, en una mezcla de alegría y dolor, iniciaron sus plegarias que retumbaron en los corazones de todos los presentes.  

“Los Doctores Jim Pepper Henry (de origen kaw y muscogee), por el Smithsonian Institution; José Barreiro, por el Legado Indígena, y Ángel Graña González, por la FANJ y la Sociedad Espeleológica de Cuba, agradecieron a los habitantes de La Caridad de los Indios por la permanente vigilia. Panchito, por su parte, abrazó a todos los presentes y dedicó una nueva oración”, concluyó el investigador.

Así materializó su anhelo el Cacique tamense, quien tiempos atrás después de conocer sobre la presencia de los restos de sus ancestros en el NMAI, dirigió una especial petición al Doctor José Barreiro, profesor de la neoyorquina Cornell University, en la que expresó:

En nombre de mi comunidad, en nombre de todos los cubanos, queremos que nuestros hermanos mayores, los que están por allá, en la otra orilla, que vengan a descansar tranquilamente en su tierra, junto a nosotros, para nosotros cuidarlos”.

De esa manera fructificaron las gestiones que condujeron a la repatriación de los restos humanos, en cumplimiento de la Ley Federal estadounidense. En las negociaciones, Cuba fue oficialmente representada por la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, y la Dirección Nacional de Patrimonio.

ceremonia caridad indios3Momento en que las autoridades del Museo del Indio Americano anunciaron la devolución de las osamentas.

Breve historia de un despojo

Estoy seguro de que usted, estimado lector, se preguntará cómo fueron a parar, a principios del siglo XX, las osamentas indígenas cubanas al NMAI. Entre 1910 y 1920 el importante arqueólogo norteamericano Mark Raymond Harrington (Michigan, 1882-Los Angeles, 1971) visitó en varias ocasiones la Isla.

Estudioso del Caribe precolombino y conocedor de la riqueza arqueológica sepultada en los suelos antillanos, Harrington localizó en la región de Baracoa, específicamente en Maisí, varias cuevas funerarias y artículos de procedencia taína.

Allí desenterró todo lo que pudo para luego inventariar miles de piezas y objetos embalados en 36 cajas embarcadas en varias goletas que partieron desde el puerto de La Primada con destino a Nueva York.

En ese sentido, Montoto Mayor subrayó que “cuanto llevó Harrington para su país, además de enriquecerle personalmente, le dio “prestigio” como investigador y dejó a Cuba casi esquilmada de su riqueza arqueológica más importante hallada entonces”.

Entre los hallazgos más significativos del señor Harrington se encontraba el tótem o ídolo de Patana (1915), escultura con figura humanoide labrada sobre una estalagmita en la cueva maisiense de igual nombre.

El historiador Alejandro Hartman reveló que "ese ídolo es representación de una deidad, de la adoración de nuestros antecesores. Era el concepto de respeto espiritual, de aquellas creencias de la época y de todo lo que representaba para ellos".

En una entrevista concedida a la Agencia cubana Prensa Latina, el también director del Museo Matachín aseguró que el regreso del petroglifo a su ubicación original “es una aspiración de los habitantes de Patana”, subrayó.

Aunque Harrington cortó el petroglifo en varios pedazos y lo llevó a Estados Unidos, Hartman estima que en realidad no fue un depredador, porque todavía las cinco mil piezas sacadas por ese investigador se conservan en el Museo del Indio Americano, como él mismo comprobó.

Recordó, además, que las autoridades cubanas de la época neocolonial le permitieron sacar todas esas piezas. "No robó nada, fue autorizado a hacer las investigaciones y a extraer. Esos eran los contubernios de los gobiernos aquellos que permitían el saqueo", concluyó el eminente cronista.

ceremonia caridad indios4Encuentro del Doctor Ángel Graña González, vicepresidente de la Fundación Antonio Núñez Jiménez, con el ídolo de Patana en Nueva York.

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