Instantes en que se monta el piso en el portal de entrada del primer túnel.
Y sin embargo se mueve (Eppur si muove), la frase atribuida a Galileo Galilei después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición, pudiera tomarse, salvado el contexto, para exponer el avance constructivo del Trasvase Norte-Sur, megaproyecto hidráulico destinado a trasladar agua por gravedad desde los ríos Toa y Yateras hacia el valle de Guantánamo.
Es que, a pesar de limitaciones con los recursos: cemento, áridos, combustible, lubricante y equipamiento, la colosal obra avanza en su ejecución. Esa apreciación es corroborada por lo realizado hasta el presente y en la que coinciden contratista y constructor: la Unidad Empresarial de Base Norte-Sur Trasvase y la Unidad Básica Construcción de Obras Trasvases, respectivamente.
Iniciada en 2020, en pleno apogeo de la Covid-19, con una avanzada de trabajadores y, consecuentemente, con actividades limitadas, la obra ingeniera cerró el 2022 con el montaje y prueba de la central hormigonera, o batching plant. Esta hormigonera es una instalación de importancia suprema para garantizar los grandes volúmenes de mezcla demandados en las fundiciones, el revestimiento de los taludes de los portales de entrada y salida de los túneles (calicatas) y el de esas galerías, entre otras tareas.
No obstante haber pasado el examen de producción, a esa planta, con capacidad para elaborar 400 m³ de hormigón en ocho horas, le restan por culminar el local para el almacenamiento de los diferentes tipos de áridos, el muro de protección de las tolvas y la ranfla de acceso, donde se cargarán los camiones, detalla Orlando Hernández Carralero, director de la Unidad Básica Construcción de Obras Trasvases.
Holguinero con más de tres décadas edificando en Guantánamo, Hernández Carralero agrega que ya dejaron listo para su revestimiento con hormigón hidráulico los taludes de la calicata de entrada del túnel número uno y avanzaron en la conformación de los de salida, lo cual ha requerido de un gran movimiento de tierra.
También -expresa- trabajamos en el desbroce de las calicatas de entrada y salida del túnel número dos (Maquey, sus 3,4 kilómetros de longitud atravesarán la sierra de igual nombre) y en el acondicionamiento del vial de acceso, donde se desarrollan las labores principales y radican los constructores.
Argumenta el avezado ejecutor que, una vez realizado el revestimiento de los taludes de la calicata de entrada del primer túnel, tarea que debe cumplirse en lo inmediato, se procederá al emboquillamiento de esa galería y al inicio de su apertura como tal.
En el presente año debemos terminar 300 metros de los 580 por los que se extenderá ese conducto subterráneo. Ello incluye la colocación de los elementos prefabricados, el recubrimiento de las paredes con hormigón hidráulico y la fundición del piso, aseguró Orlando. Agregó, además, que otra de las faenas de mayor envergadura para el 2023 será la excavación y conformación de los portales de entrada y salida del túnel de Maquey.
Si no hemos avanzado más -asevera el ejecutor- es, sobre todo, por la habitual carencia de áridos y de combustible. Los limitados áridos asignados debemos buscarlos en Santiago de Cuba, a más de 100 kilómetros, o en menor volumen en Cajobabo, a una distancia equivalente.
Central hormigonera.
Lo más práctico y económico sería obtenerla en la cantera Luis Raposo, pero la producción allí es insuficiente, comenta Hernández Carralero y afirma que es responsabilidad de la Industria de Materiales de Construcción en Guantánamo asegurar ese recurso.
La ingeniera Dalaiti James Morales, jefa de Área productiva en la UEB Norte-Sur Trasvase, tercia en el diálogo para informar que este año está contratada con la Empresa de Construcciones Militares, de Santiago de Cuba, la rehabilitación de los viales de explotación, como obras inducidas, con el objetivo de reducir unos 40 kilómetros la distancia en el traslado de áridos desde Cajobabo.
Respecto al combustible -concluye el constructor- trabajamos con apenas el 30 por ciento del que necesitamos. A pesar de esas y otras carencias, nunca, ni siquiera en el peor momento de la pandemia de la Covid-19, nos hemos paralizado, significa.
El Trasvase Norte-Sur estará conformado, como objetos de obra principales, por la presa Yateras (retendrá el agua del río de igual nombre en la zona de El Corojo, municipio de Manuel Tames), cinco derivadoras (embalses que desvían todo o una parte del flujo de un río de su curso natural), cuatro pequeñas centrales hidroeléctricas (PCHE), 53 kilómetros de canales magistrales, 16 kilómetros de túneles y 6,5 de conductoras maestras.
Sin analogía en el territorio por su complejidad constructiva, el proyecto está previsto ejecutarse en cuatro etapas de cinco años cada una. Su objetivo es garantizar agua de calidad y abasto seguro a más de 294 mil habitantes, a numerosas instalaciones económico-sociales, y al riego de unas 28 mil hectáreas agrícolas y de caña, para lo cual aprovechará también la infraestructura hidráulica existente en los ríos Guaso, Jaibo y Guantánamo.
Habitantes de la ciudad cabecera provincial, así como de los poblados y comunidades de Manuel Tames, Ciro Frías, Héctor Infante, Honduras, Jamaica, Casimba, El Sigual, y otros, se encuentran entre los que serán favorecidos por un agua cualitativamente superior y con mayor estabilidad.
El acueducto en ejecución para suministrar agua a los poblados de Manuel Tames, Romelié y comunidades aledañas constituye una obra inducida del trasvase, asegura Antonio Pineda Gamboa, especialista en Construcción y director de la Unidad Empresarial de Base Norte-Sur Trasvase.
Dicho conducto toma el agua del río Yateras y lo conforman, como objetos de obra principales, la conductora, dos estaciones de bombeo y un tanque ubicado en Caña Victoria.
Sus beneficios socio-económicos serán notables. Baste significar la garantía a miles de pobladores de un agua de mayor calidad y suministro estable, y las cuantiosas inversiones previstas en la Agricultura y Azcuba, destinadas a incrementar sus producciones.
Según estimaciones, el trasvase aportará anualmente 230 millones de metros cúbicos de agua, propiciará el aprovechamiento acuícola con la cría de peces en sus diques, ahorrará miles de toneladas de combustible como resultado de la generación eléctrica de sus PCHE. Igualmente, posibilitará dejar de emitir a la atmósfera miles de toneladas de CO2 y, si todo ello fuera poco, generará alrededor de 27 mil empleos. En su concepción general este gigantesco proyecto hidráulico abarca el Trasvase Sabanalamar-Pozo Azul, en explotación desde hace 12 años en el valle de Caujerí.
Dalaiti y Ángel Silveira, inversionistas a pie de obra, dialogan junto a la estación de bombeo número uno del acueducto en construcción para abastecer al poblado de Manuel Tames y otras poblaciones. Al fondo el río Yateras, de donde se tomará el agua.