faro punta maisi playaFoto: Lorenzo Crespo Silveira

El faro Concha no existe. La categórica afirmación de José Arístides Pons me dejó desconcertado. Me pareció inconcebible que lo dijera cuando existe la costumbre de nombrar así a la torre de sillería que desde 1862 guía el tránsito de embarcaciones por el Paso de los Vientos, el estratégico estrecho entre las islas de Cuba y La Española que conecta al Océano Atlántico con el Mar Caribe.

 

La práctica está tan generalizada que incluso periodistas de medios de comunicación incurren en el error, según señala el funcionario del Grupo Técnico Asesor de nombres geográficos de los Órganos Locales del Poder Popular en la provincia de Guantánamo.

Una rápida revisión a diversas páginas digitales me confirmó lo dicho. Lo prueban recientes publicaciones en los periódicos nacionales Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores y el semanario Venceremos, de Guantánamo, por solo mencionar algunos ejemplos.

 

Sucede la pifia a pesar de que el nombre oficial es Faro Punta de Maisí, según el Diccionario Geográfico de la provincia, elaborado por expertos de la Agencia Guantánamo de GeoCuba, la delegación de Recursos Hidráulicos, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, y la oficina local de Hidrografía y Geodesia, entre otras entidades.

 

El faro ubicado en Punta de la Hembra, no exactamente en la Punta de Maisí, en sus inicios realmente se llamó “Concha” en honor al militar y Capitán General de turno en la Isla, José Gutiérrez de la Concha.

 

Comenzó a construirse en mayo de 1857 por real cédula emitida por la reina española Isabel II, bajo la dirección del comandante ingeniero Mariano Moreno. Laboraron operarios asalariados aunque el trabajo más duro recayó en presos llevados hasta el lugar, quienes aprovecharon piedras extraídas de la orilla de la costa, convenientemente esculpidas, para erigir la obra.

 

El 19 de noviembre de 1862 el faro Concha entró en funcionamiento. En lo alto de su torre de 121.9 pies (37 metros) se instaló una mecha que con el paso de los años fue sustituida por una lámpara de aceite. En 1955 se colocó una luz de vapor de petróleo y presión, remplazada por una eléctrica en los años 70.

 

Hoy emplea el sistema instalado en la década de los 80 consistente en un potente reflector que destella cada cinco segundos y gira 240 veces por hora, utilizando un dispositivo mecánico. El haz de luz alcanza las 27 millas náuticas (casi 50 kilómetros), suficientes para ser una guía segura no solo para los barcos, sino también para los aviones que en el Diario de Campaña sobrevuelan la zona.

 

En su larga vida resalta la mención que hizo de él José Martí en la noche del 11 de abril de 1895, cuando viajaba junto a Máximo Gómez y otros patriotas abordo del vapor Nordstrand para unirse a la Guerra Necesaria que había evocado.“Pasamos rozando Maisí y vemos la farola”, escribe escueto el Héroe Nacional en su Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos.

 

Luego de la Segunda Guerra Mundial se creó la Asociación Internacional de Señalización Marítima (IALA por sus siglas en inglés), organización que le asignó el número internacional J5018 al faro más oriental de Cuba.

 

Durante mucho tiempo su farola alumbró las frustradas esperanzas de los habitantes del extremo oriental de Cuba, quizás la zona más atrasada en el país al triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro.

 

Y con la Revolución sobrevino el cambio de nombre, me aseguró José Arístides Pons. Dejó de llamarse Concha, reminiscencia de un vergonzoso pasado colonial, y pasó a nombrarse oficialmente Faro Punta de Maisí, uno de los 457 distribuidos en los 5 mil 746 kilómetros de las costas del archipiélago cubano.

 

En octubre pasado, el cíclope guardián del Paso de los Vientos enfrentó el desafío más grande de su historia. Matthew amenazó con acabar con su existencia hasta en los libros.

 

Hidalgo Matos Lores, el jefe del cuerpo de tres torreros, declaró a un periodista del diario Granma que los vientos del huracán alcanzaron allí rachas entre 240 y 280 kilómetros por hora. Pero el Faro Punta de Maisí permaneció imbatible, aunque sí sufrieron daños algunas de sus instalaciones.

 

La cuestión es que, como el hábito hace al monje, no solo periodistas, sino hasta instituciones cubanas han persistido en emplear el nombre antiguo, evocando con cierta nostalgia su pasado. A nuestra consideración no está mal si se especifica el oficialmente reconocido.

 

Pero querámoslo o no, al menos en los documentos cubanos e internacionales, el faro Concha no existe. Es cuestión de acostumbrarnos.

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