cosecha tomate valle

Los productores de tomate del Valle de Caujerí, en el municipio San Antonio del Sur, cumplieron el plan de acopio previsto para la campaña y continúan enfrascados en la cosecha, la mayor desde que hace más de un decenio se emprendiera el programa de desarrollo integral de este renombrado sitio.

Las 10 866 toneladas acopiadas hasta el viernes último rebasan en más de 700 a las previstas para toda la contienda. A partir del fruto que resta en los campos los acopios deberán continuar creciendo y rondar las 12 000 toneladas.  

Aún quedan por cosechar alrededor de 1 500 toneladas, distribuidas mayormente entre las cooperativas de crédito y servicios Mariana Grajales, Constantino Lores y Feliberto Rodríguez, así como en la unidad básica de producción cooperativa 28 de Enero, puntualizó Arisel Samón Pérez, director de la Empresa Agropecuaria San Antonio del Sur, a la cual se subordina el Valle de Caujerí.

Comentó que los volúmenes cosechados también posibilitaron cumplir con antelación lo contratado con la industria, tanto la del propio lugar, como con la Guaso (en el municipio de Guantánamo) y la de Contramaestre (Santiago de Cuba).   

A la industria —aseveró Samón Pérez— se destinaron 10 837 toneladas (de 8 400 planificadas) y de ellas 6 455 a la fábrica del Valle, la cual ya rebasó su meta de procesamiento de la hortaliza y de elaboración de pasta. Debemos concluir la zafra con la entrega a las fábricas de no menos de 11 000 toneladas.

Los resultados expuestos se sustentan, esencialmente, en el incremento de los rendimientos, los cuales promedian 22 toneladas por hectárea, de 15 previstas, y fueron favorecidos por la disponibilidad en tiempo del paquete tecnológico demandado por el cultivo, el clima favorable y por la estabilidad del riego, garantizada por la reserva de agua existente en la presa Pozo Azul y el estable funcionamiento del nuevo sistema de irrigación.

Hay que significar, sin embargo, que los acopios pudieron ser superiores, pues fueron afectados por la pérdida de tomate ocasionada por un inusitado pico de maduración para el cual no se planificaron todos los recursos necesarios (incluyendo los envases) y la industria no lo pudo asimilar a plenitud, por falta de capacidad de molida.

Por demás, ha sido insuficiente el abastecimiento de la hortaliza a mercados agropecuarios y puntos de venta a la población, desaprovechándose un potencial de consumo importante.

Las pérdidas de la cosecha afectan los ingresos del productor, lo desestimulan para acometer siembras venideras de ese renglón y limitan la producción de pasta, puré y otros usos de la demandada solanácea.

Fuente: Periódico Granma

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