Dia Internacional por la salud mujer

¿Por qué tenemos que dar explicación detallada al marido y al resto de la familia sobre cada uno de nuestros pasos desde que nos levantamos?

 

Esa es una de las interrogantes que escucho a diario en mi barrio entre las mujeres, cada vez que se “cogen” unos minutos para descansar después de las tareas hogareñas.

 

La expresión me llevó a reflexionar en relación con los arraigados vestigios de machismo que persisten, aunque a estas alturas toda mujer puede (y muchas lo hacen) “sacudirse” y arrancar de raíz ese mal, si realmente lo desea.  

 

Existen, todavía, quienes ni siquiera intentan desprenderse de esas ataduras y hasta ven en ellas su rol como mujer. Y no se trata solo del persistente machismo, sino que ello conlleva a la violencia física y, en el peor de los casos, a desenlaces fatales.

 

Es por ello que cada 28 de mayo, jornada de celebración del Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer se realizan campañas educativas para que ellas gocen de una salud integral, lleven una vida digna con igualdad de oportunidades, exenta de violencia; una vida en la cual la sexualidad y la reproducción se ejerzan desde la autonomía y la libertad.

 

Por primera vez, en 1988, se lanzó la campaña para la prevención de la morbilidad y mortalidad materna, y ocho años más tarde se amplió su enfoque temático a la luz de otras problemáticas que también afectan la salud de la mujer.

 

En Cuba se ha avanzado al respecto y mucho. Desde que triunfó la Revolución se pensó, piensa y se ha hecho por la mujer. Cada día es más evidente, la repercusión en la conciencia de las cubanas, reflejado en su activa participación en la vida social. Han conquistado su propio espacio, se ha creado una nueva imagen que va más allá de la función reproductiva.

 

Sin embargo, el sometimiento aún persiste en disímiles aristas, pero, por citar algún ejemplo, dentro del hogar la mujer es la que lleva el control de todo, pues en muchas recae toda la responsabilidad; tienen que convertirse en “pulpo”: lavar, cocinar, limpiar, ir a la placita… y “romperse la cabeza” con lo que debe comprar durante cada mes.

 

 

Hay que compartir tareas en el hogar, y por qué no, dar cuentas de cada paso al marido y demás convivientes, pero con el solo fin de lograr comunicación, armonía y respeto de una familia que verdaderamente se ama.  



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