Carlos AcostaÉl lo sabe o al menos lo debe saber. Cuba lo quiere y celebra sus éxitos como el más cercano de los familiares. Yuli sigue en el derrotero del triunfo…que lo logre aquí en su terruño o en otros lares es secundario, Carlos Acosta es para el mundo, aunque siempre lo querremos sólo nuestro.

Cuando el pasado 15 de enero corrió la noticia de su elección como nuevo director del Birmingham Royal Ballet, las redes se inundaron de felicitaciones. Lo volvía a hacer. Otro escalón en su vida artística espera ser ascendido y con él mayores responsabilidades.

Sin embargo, otro sabor también dejaba la noticia en sus miles de seguidores en la Isla y las dudas se apoderaron de algunos, incluso comentaristas nuestros lamentaban su regreso a Londres, tierra que muchos críticos ven como la impulsora del salto a la fama de Carlos. Cuando hablo de lamentos entiéndase esto como un acto de egoísmo aunque guiado por el más puro sentimiento de cariño y respeto. ¿Cómo así? Pues algunos pensaron que duró muy poquito la alegría de tenerlo en casa o que un proyecto como el de Acosta Danza -compañía que fue según el propio Carlos “un sueño” hecho realidad-, se desvaneciera con su ausencia.

Pero una entrevista, correo electrónico por medio, aclara muchas inseguridades. “Lo dejé bien claro cuando se dio a conocer el nombramiento: no desatenderé nunca a Acosta Danza”, me escribe.

“Seguiré al frente de la compañía como hasta ahora y no me pasa por la cabeza dejarla. Eso no tiene que ver con algún compromiso. Es algo esencial, no negociable. En la dirección de Acosta Danza estoy apoyado por un equipo de profesionales, de gran talento y calidad humana que me ha respaldado siempre con toda confianza. También cuento con la ayuda del Ministerio de Cultura y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas que han cuidado a Acosta Danza porque confían en ella y en su alcance cultural como tribuna para todas las manifestaciones danzarias y artísticas del país. Sé que muchos han estado preocupados por el destino de la compañía, me lo han preguntado personalmente y también lo he leído en las redes sociales; tengo que confesar que eso me ha satisfecho e incluso emocionado porque demuestra que la gente nos está siguiendo y que nos quieren bien. A todos les digo que pueden estar tranquilos porque nada malo pasará con Acosta Danza. Y tenemos grandes proyectos en marcha”.

Su llegada como bailarín al Royal ya fue en la década de los 90 una noticia espléndida para todos los cubanos, la de ahora, cuando asuma el próximo año la dirección del Birmingham Royal, también constituye un motivo de orgullo nacional, pero, ¿tenía Carlos ambiciones en este sentido?

“Los del Birmingham me habían contactado para que les curara un festival de artes y para que diseñara una temporada para la compañía –dice-. A raíz de esto, alguien me propuso como posible director del Birmingham Royal Ballet. Un buen amigo me hizo ver que esto sería muy bueno para mí, un paso más en mi evolución como bailarín y beneficioso para Acosta Danza. Lo consulté entonces con mi familia y estuvieron de acuerdo. Me reuní con la compañía y les hice una valoración con todo lo que se podía hacer para mejorar su desarrollo y para aumentar las audiencias y ellos se mostraron muy contentos”.

Imagino que gran parte de tu cubanía llegue al Birmingham Royal… ¿Algún temor porque el público más purista de esta emblemática compañía rechace tu sello, no como bailarín porque fuiste muy bien recibido por el ballet de ese país, sino ya ahora como un directivo?

“Ellos necesitan un cambio de dirección dramático que ofrezca un camino completamente nuevo” -responde. “Al nombrarme a mi están dando a conocer esta intención de renovación porque yo soy el primer director no británico que tendrá esa compañía, una persona joven que trae un concepto para actualizar y redefinir lo que debe ser el Birmingham Royal Ballet en estos tiempos, ganar un público distinto, más joven y diverso”.

Cuando la prensa hizo pública la noticia del Birmingham Royal declaraste que pretendes alcanzar nuevas audiencias, ¿cómo piensas lograrlo?

“No quisiera adelantar ideas que solo se podrán poner en marcha dentro de un año” -me explica. “Conozco muy bien la escena de la danza británica. El mundo cambió hace mucho y creo que debemos tener una mirada más amplia e inclusiva. Aún se pueden hacer muchas cosas para que la danza represente la tierra multicultural en la que vivimos”.

La idea de que Carlos Acosta continúa siendo un cubano que piensa en su país y en los suyos persiste, y cómo pudiera beneficiar a Acosta Danza tan importante salto es otra de las cuestiones que el famoso bailarín insiste en aclarar.

“Acosta Danza es una compañía joven pero ya reconocida. En ese sentido estoy más tranquilo. Desde el principio me propuse que tuviera proyección internacional, con su sede en Cuba pero en intercambio directo y constante con las artes y escenarios del mundo. Eso aprovecha el talento local y coloca a Cuba en la escena internacional como un país de cultura sólida, que no se puede subestimar. Creo que el nombramiento es otra puerta que se abre para Acosta Danza y para los artistas de nuestro país”.

“Creo que es importante para cualquier artista tener la oportunidad de trabajar en otros escenarios, lejos de su zona de confort, desarrollarse en ambientes diferentes porque eso ayuda a enriquecer su visión, contrastar, sopesar, revisar sus experiencias. El desarrollo es más completo y si el artista se mantiene colaborando con su país hace extensivo ese conocimiento a los suyos. La utilidad empieza a circular en todos los sentidos. Y esa es una de las grandes posibilidades que veo en el nombramiento. Puedo propiciar mayor intercambio entre ambos países, traer arte y diferentes experiencias a Cuba y llevar lo que hacemos aquí a aquellos escenarios, para que conozcan nuestra riqueza cultural”.

Algunos piensan que los grandes cubanos, los que sobresalen en algún campo de la creación, el pensamiento u otra actividad humana, deben hacer su obra en Cuba. En el caso de Carlos, gran parte de su vida artística transcurrió en el extranjero, y ahora llega este nombramiento. Pero él tiene una clara visión al respecto, “uno no deja de ser cubano porque trabaje en otro país”.

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