estherEsther Domínguez Pineda no solo hizo su hogar en esta ciudad, sino que ha contribuido al desarrollo de la danza aquí.

Cuando la profesora de ballet Esther Alexis Domínguez Pineda fue llamada como tal a ser una de las fundadoras de la Compañía profesional Danza Fragmentada en 1994, ya tenía la experiencia de 15 años como docente en la Escuela Vocacional de Arte (EVA) Regino E. Boti.

 

Por ello, este 2014 la actual regisseur de la agrupación celebra sus 35 de vida artística, a la par que el colectivo completa sus 20 de existencia (se fundó oficialmente el 7 de octubre de 1993), motivo de reconocimiento a las puertas de la venidera temporada danzaria de la compañía. Santiaguera de nacimiento, Esther se graduó de intérprete y profesora en la Escuela profesional de ballet, de Camagüey, en 1979.

 

Una familia

 

Echó raíces en Guantánamo, a donde vino a cumplir el Servicio Social por tres años, cuando apenas había otros dos profesores de su especialidad, en la cual, desde el principio, y aún antes de existir la EVA, hubo de ocuparse tanto de alumnos del primer año como de cuarto y quinto, para el pase de nivel elemental a medio. Vivió albergada en un hotel, y luego en la casa de una pianista acompañante de la escuela, Yolanda López de Queralta.

Junto al compromiso docente, surgió el del amor, del que nacieron Magda Esther (32) y Esteban Santiago Aguilar (28), este último actual primer bailarín de Danza Fragmentada. La primera le ha dado dos nietos: Marcos Santiago Silva (13) y Mauro Daniel Herrada (cuatro).

 

“Mi familia -cuenta, en un alto entre sus clases y responsabilidades en la organización del repertorio- es tan importante o más que yo, mi ánimo depende de cómo esté ella. De cómo es su seno, parte que seamos mejores, generosos, compasivos, amables, solidarios…”.

 

Dice que su anhelo juvenil de ser bailarina lo ve realizado en los muchachos que ha enseñado. “Me hacen feliz, bailo con ellos cuando lo hacen; por supuesto, mi mayor orgullo, mi hijo, aunque no se lo digo, soy su mayor crítico, tiene que seguir creciendo; quiero a Danza Fragmentada y a su director Ladislao Navarro: unos son mi familia de sangre y de corazón los otros”.

 

Llevar juntos carrera y hogar no ha sido fácil ni difícil, resuelve: “No soy la primera, la única, ni la última en hacerlo. Traía a los bebés, cuando no tenía quien los cuidara, y les ponía una sábana en el colchón, junto a donde impartía las clases. Esteban empezó desde tercer grado en un taller de lo que después fue la Academia, con Luz Elena Daudinot Batalla, también fundadora”.

 

Igualmente antes encontró en la escuela la ayuda de otros, sobre todo de Antonia Luisa (Tusi)Cabal Salis, la directora general, quien, “aunque era músico, se ocupaba de todo y yo tan joven entonces que le tenía hasta un poco de miedo, porque era exigente, controladora, profesional, artista, capaz…; no dejaba que uno flaqueara.

 

“La idea de venir al proyecto de Ladislao es de él, que nos invita a mí y a la pianista acompañante María Genoveva González, luego mi suegra y abuela de mis hijos. Él era entonces, también, profesor de danza y coreógrafo en la escuela.”

 

La maestra

 

Aprecia sabia la decisión de cerrar en Guantánamo la enseñanza elemental de ballet y potenciar la de danza, porque, además de mucho más cara materialmente en su especialización, “en general las personas tienen más condiciones físicas aquí para la segunda, sin negar que haya talentos aislados en el primero”.

 

Pero en la EVA aprendió, dice, que ser maestro es más que enseñar una técnica. “A los alumnos hay que educarlos, conocer a cada uno, sus problemas, tratarlos, ser ejemplo para ellos, unirse a su familia, usar, en fin, la pedagogía, que me dieron también como asignatura complementaria en mi formación”.

 

Trabajar con mayores, sin escuela, “de la calle”, fue el nuevo reto al venir a Fragmentada. “Me atrajo por lo artísticamente novedoso, aunque había que moldear el barro en cuerpo y mente, por lo que al principio me asusté, pues algunos la llamaban danza limitada. Aprendí que es el escenario y el público los que acaban de formar al bailarín.

 

“Comenzamos a darle forma al barro, y considero que si Ladislao, con su empeño, creatividad, decisión, magisterio y acometividad es el padre de esta creación, yo soy la madre. A menos de un año, fuimos reconocidos en un evento nacional en Matanzas. Danza Fragmentada ha dado muy aventajados bailarines, que se han destacado no solo en la provincia, sino en Cuba y fuera de ella.

 

“Seguí en contratos en la EVA y luego, por dos años, en la Escuela de Instructores de Arte, enseñando siempre. Formamos parte del claustro de la Academia de la Compañía, por la que han pasado decenas de muchachos, algunos luego integrantes de ella, y que constituye un trabajo comunitario, donde hay alumnos de varias localidades lejanas de nuestra ubicación.

 

“Como regisseur, cargo que existe en todas las compañías profesionales de ballet y danza, soy como la mano derecha del director, responsable de lo artístico, organizadora del repertorio, conocedora de los elencos, de los programas de las funciones, la evaluación de conjunto con el consejo artístico, ensayos, puestas…

 

“Desde que me inicié en la escuela, con los alumnos montábamos coreografías, el repertorio, las danzas históricas, las de carácter, de estilos…, que todas entran en el programa de enseñanza… Todo eso está aquí”, dice tocándose la cabeza y el pecho.

 

La gente

 

Entre los muchos nombres de obligatoria reiteración, el de Ladislao retorna continuamente en la conversación: “Admiro su impulso, su amistad, que es un gran artista, ejemplo, exigente…

 

“Yo que lo conozco bien, atestiguo que tras esa coraza aparente hay un corazón blando, noble, que abre puertas a quien quiere crear. Él tiene ganas y deseos de hacer: es un amante de la danza.

 

“Hallé en mi colectivo aliento y fuerzas de ánimo cuando murió el padre de mis hijos, lo cual nos afectó profundamente a mí y a su madre, también entonces en Danza Fragmentada. Así pudimos volcar ese dolor en el trabajo.

 

“Me siento feliz aquí, donde sigo aprendiendo, con las nuevas generaciones, los cambios, las técnicas perfeccionadas, los gestos como motivación”.

 

Durante su colaboración internacionalista, del 2008 al 2010, como instructora de danza en la Misión Cultura, en la parroquia Antímano, municipio Libertador, Caracas, Venezuela, “soltó”, como lo hace frecuentemente en el Espacio Interior de la compañía, su afición a cantar. “Lo he hecho como aficionada desde los festivales estudiantiles, pero esta vez, en Venezuela, me desinhibí más: canté desde una tarima el bolero Con los años que me quedan, mientras pasaba recorriendo el barrio el Comandante Hugo Chávez… Fue emocionante”.

 

En cuanto a lo profesional, su primer referente es su profesor de octavo año Fernando Alonso, en Camagüey. Al principio, confiesa, ella fue “cerrada al clásico”, hasta que la impresionó la manera de bailar de Perla Rodríguez, de Danza Nacional de Cuba. Luego hay una lista amplia correspondiente a varios estilos.

 

“Pero fuera de ello, disfruto bailar música popular… No me pierdo una peña de soul, el bolero, las canciones de ayer. También disfruto mucho las películas, los dramas históricos, de época (como se dice) y, por supuesto, de danza. Me gusta cocinar, pero no planchar”.

 

Decididamente rechaza la mediocridad, la vulgaridad y la envidia. “Te degradan: hay que respetar a los demás, para que te respeten y crean en ti”. A la vez, anhela la comprensión, la paz y la unión entre todos los seres humanos, y la competencia sana de capacidades “que impulsa a que la vida siga adelante.

 

“Por eso, Danza Fragmentada me hace feliz”.

Comentarios   

0 #1 msayuster 06-10-2014 16:53
:-) Muchas felicitaciones para esta profesora por sus 35 años de esmerado esfuerzo.
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0 #2 msayuster 06-10-2014 17:01
Gracias por tu trabajo Esther, muchos años más de logros, triunfos y aporte a la cultura
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