atleta ciego atletismoEl entrenador Wiston Fabier Agramonte y su guía Rayther García Castañeda, esperan que Reinaldo baje la marca personal de 12 segundos y 26 milésimas, en 100 metros; 24,65 en 200 y 56 en los 400.

Entrenar fuerte y cruzar de primero la línea de meta en los 100, 200 y 400 metros planos, es la prioridad del atleta con discapacidad Reinaldo Galbán Carbonell, quien desde los 13 años practica el atletismo, en la pista Rogelio Palacio, aledaña al estadio Van Troi.

El joven de 17 años, con ceguera total, subcampeón en el evento nacional de mayores, en la categoría (T11), intensifica su preparación desde principios de septiembre, pues aspira a adueñarse de tres medallas de oro en la venidera lid nacional de atletismo de pista para ciegos y débiles visuales y limitados físico motores, con sede en Camagüey, en octubre venidero.

 

Por la mañana, el también miembro de la preselección nacional, recibe clases en el preuniversitario Primero de Mayo, en el sur de la ciudad, y en la tarde practica bajo las orientaciones del entrenador Wiston Fabier Agramonte y el auxilio de su guía Rayther García Castañeda, quienes lo alientan a mejorar la marca personal de 12 segundos y 26 milésimas, en 100 metros; 24,65 en 200 y 56 en los 400, tiempos que esperan continúe bajando.

 

“Inicio calentando bien para no lesionarme, luego hago carreras por tramos, pesas y otros ejercicios de resistencia; estas actividades son buenas para mi salud y preparación para las competencias. El guía me anima mientras corro, dice cuando debo apretar el paso, describe lo que está pasando a mi alrededor, en qué lugar voy, por dónde andan los rivales y cuánto falta para la meta”, comenta Reinaldo y destaca la importancia del guía, a quien considera sus ojos.

 

“Mientras más se acerca la competencia aumenta el rigor de los entrenamientos. Corro una y otra vez, a veces solo y otras acompañado para sincronizar bien los pasos con Rayther, por eso es necesario repetir las arrancadas hasta que sean casi perfectas”, precisa y agrega la importancia de ser perseverantes para lograr buenos resultados.

 

El sacrificio

 

El entrenador Wiston Fabier es un exatleta de baja visión y subcampeón paralímpico, quien actualmente se dedica a preparar al equipo de deportistas con discapacidad en la modalidad de atletismo.

 

“Fue algo impresionante lo que sucedió con Reinaldo. Cuando participó en sus primeros Juegos Escolares no se coló en el podio, pero un año después decidí se presentara a la competencia de mayores, hubo incertidumbre si podía participar y pasados treinta minutos de análisis la comisión deliberó que sí podía, y entonces solo fue superado por el monarca nacional”, recuenta el adiestrador y rememora cómo lo conoció.

 

“Con Reinaldo me topé en la calle de casualidad, hace cuatro años. Él regresaba de la escuela con unos amigos a quienes yo conocía. Entablamos conversación y salió el tema del deporte. Le pregunté si le gustaría entrenar, él dudó, y entonces lo invité a un juego de fútbol de personas con esa discapacidad para convencerlo de que los ciegos y débiles visuales también practicaban deporte”, reseña.

 

“Él se entusiasmó y dijo que quería ser deportista. Contacté con el presidente de la Asociación Nacional del Ciego (Anci) en la provincia, quien me acompañó a la casa de Reinaldo, en el reparto Los Cocos, para conversar con los padres.

 

“En aquel momento, el muchacho tenía apenas 13 años, y su mamá y su papá, después de investigar acerca de mis condiciones como persona y entrenador, aceptaron que se vinculara al deporte conmigo y entonces aproveché para insertarlo en los entrenamientos de atletismo”.

 

El joven quedó bajo la tutela de Wiston, quien todos los días, de lunes a viernes, a las dos de la tarde, lo recogía en la secundaria básica Pedro Agustín Pérez, en el centro de la urbe, donde él estudiaba en octavo grado, y lo llevaba hasta la Ciudad Deportiva en San Justo. Allí los esperaba su acompañante en la carrera, Rayther, ex integrante vidente del equipo nacional de atletismo.

 

“Seleccioné un buen guía, su tarea es fundamental, al igual que la del entrenador, pues es quien pasa la mayor parte del tiempo con el deportista e incide en su formación como persona, tanto dentro como fuera de la pista.

 

“El comienzo fue dificilísimo. Aunque lo ayudaban, se caía de espalda o de frente cuando intentaba avanzar en la pista o a la hora de saltar las vallas, se remellaba en cada entrenamiento, era doloroso verlo en esas condiciones, pensé que los padres le suspenderían la preparación.

 

“No obstante, a pesar del temor de caerse, el insistió en seguir intentándolo hasta que después de varios meses, logró imponerse y ahora es dueño de la pista, la domina, sabe ubicarse y salta solo las vallas, esas que antes tardaba 30 minutos para dominar y concluir la rutina de pasarla”, precisa.

 

Ahora, asegura el entrenador, las personas lo miran y expresan que tal parece que ve, ya se desplaza mejor en el gimnasio y realiza bien los saltos. “Está más motivado, pues el año que viene se espera represente a Cuba, y sea su primer evento internacional.

 

“Reinaldo para mí es un logro, lo quiero como mi hijo, lo he ayudado junto con la familia y el guía a crecerse como atleta y persona, ahora es más independiente, siempre tiene la mentalidad positiva que sí se puede, es muy entusiasta y consagrado.

 

“Al principio, cuando llegó, parecía un niño mimado y sobreprotegido, teníamos que adornarle las palabras para evitar que pudiera sentirse mal, pero con el tiempo fortaleció el carácter, fue necesario hablarle fuerte para que reaccionara y asumiera las orientaciones y consejos, pues en la vida nada se gana fácil”.

 

Con el guía

 

Dice Rayther, que los dos ya son uno en la pista. “Corremos al unísono, con un cordón blanco hago una manilla que utilizamos los dos” explica.

 

“Reinaldo se ubica en un carril y yo en otro. Le coloco en su mano derecha la cinta, que también pongo en uno de mis dedos, de la mano izquierda, ello me facilita soltarlo más rápido, pues debemos separarnos tres metros antes de la meta, si no es descalificado”, refiere el guía.

 

“Es un trabajo hermoso el que estamos haciendo, lo he visto superarse durante estos cuatro años”, indica.

 

“Los guías también debemos prepararnos físicamente, tenemos que superar o hacer la marca del atleta. Nos esforzamos tanto como ellos en la preparación física, por lo que compartimos con ellos, en la práctica y en lo emocional, los triunfos y dificultades”, reitera y explica lo primordial de coordinar los pasos cuando utilizan la misma cuerda, que debe cumplir dos requisitos: no ser elástica y medir menos de un metro.

 

“Durante la carrera no podemos tirar ni empujar al deportista”, precisa y comenta que Guantánamo es una de las provincias con mejores resultados en el deporte para personas con discapacidad.

 

Por lo pronto, Reinaldo entrena cada tarde en la Rogelio Palacio. Luego de cada tramo recorrido, entre sudor y fatiga, sonríe respondiendo a los elogios de su entrenador, y pone rostro expectante cuando éste, consultando el cronómetro, le hace recomendaciones.

 

“Solo imagino cómo será el día que represente a Cuba en una pista internacional. Mi mayor alegría y luz estarán en los triunfos”, concluye.

Comentarios   

0 #1 Elio Antonio 02-10-2017 14:38
Hola:-)

Realmente son meritorios los esfuerzos del atleta, el guía y el entrenador; no solamente por lo que se plantea en el artículo; sino también, por las condiciones deplorables de la pista, por el horario en que realizan los entrenamientos y por otros tantos factores que dificultan el deporte de alto rendimiento en la provincia.

Nuestro aprecio para Reinaldo y deseo de que obtenga éxitos en su carrera deportiva.

Saludos;-)
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