La Plaza del Mercado tiene 96 años. Es vieja, muy vieja; pero no fue el tiempo la causa de sus males, sino el olvido.
Presuntuosa heredera de tradiciones arquitectónicas europeas, fue diseñada por José Leticio Salcines para concentrar la actividad comercial en la entonces incipiente ciudad de Guantánamo, ante el desorden público y condiciones antihigiénicas de los vendedores ambulantes en la calle Los Maceo.
Solo que ahora –en situaciones similares a su alrededor- la algarabía de mercaderes y clientes es sustituido por suciedad, escombros y andamios donde se regodean murciélagos y roedores, relegando a ruinoso almacén lo que otrora fuera una de las más amplias y céntricas locaciones comerciales de la provincia.
Mientras, en las corroídas puertas, expuestas a sol y tempestad, esculturas grecolatinas del maestro de obra español José María Cantalapiedra, pierden los pedazos, la gracia y la gloria que algún día simbolizó el progreso de la Villa.
A casi un siglo de su apertura, la instalación se desmorona por falta de reparación, producto de la escasez de materiales de restauración y construcción apropiados y problemas con el presupuesto, según dicen autoridades de la Empresa Municipal de Comercio, a la cual pertenece.
Eso, desde el prisma de lo simbólico, constituye un golpe de muerte a los valores patrios e identitarios de los guantanameros, debido a la importancia que tiene esa edificación para el patrimonio e historia local.
El Mercado Centro, como suele llamársele, fue declarado Monumento Local en 2011. Desde entonces se prevé un proceso de restauración, pero hasta hoy nada ha sucedido.
Para el próximo año, aseguran los responsables, debe encontrar cauce un proyecto diseñado por el arquitecto guantanamero Fernando Gómez, que pretende devolver al coloso la funcionalidad como mercado multifuncional, abrigo de variadas ofertas y servicios que, respetando la arquitectura patrimonial, otorgan al inmueble la frescura de los nuevos tiempos.
No obstante, conocido es el refrán que “del dicho al hecho hay un largo trecho”, y mientras no se ejecute con seriedad la inversión necesaria en la restauración del inmueble, este seguirá siendo bombillo rojo en el Plan de Ordenamiento Urbano de la ciudad del Guaso, una de las causas por la que su centro histórico no pudo alcanzar la categoría de Monumento nacional.
Materializarlo corresponde, en principio, a la Empresa Municipal de Comercio, con la ayuda del Consejo de la Administración municipal y la asesoría de la Oficina de Monumentos del Centro provincial de Patrimonio, entidad encargada de hacer valer la Ley Nº 2 de Monumentos Nacionales y Locales, y su Decreto ley 55, reglamento de ejecución.
Esperemos que esta vez, más allá del maquillaje que no puede borrar el paso del tiempo, la inversión sea en serio. “Los edificios –dijo Martí- son las palabras de los pueblos, y sus símbolos…”
Información relacionada:
Comentarios
Hace unos días pasé por ahí y sentí pena por nuestra plaza abandonada, más, porque estoy viendo con frecuencia cómo avanza, la restauración del marcado de cuatro caminos en La Habana. ¿Se le habrá ocurrido a la Empresa de Comercio buscar financiamiento externo para este rescate? No entiendo por qué, se hacen nuevas edificaciones cuando le debemos mantenimiento a otras, con mucho mayor valor que su valor de uso. En San Justo, en dos palmas, están haciendo un “palacio”, donde hubo por muchos años una placita y una bodega: ¿Será para renovar lo mismo?
Otro triste ejemplo cercado a esta plaza, es el cine América.
Saludos;-)
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.