0004 Hubo un tiempo en que Danza Libre, la compañía que fundó la estadounidense Elfrida Malher en Guantánamo, era uno de los elencos más sólidos de la danza cubana. Pero después de la muerte del que fuera su director por varios años, Alfredo Velázquez, la agrupación sufrió el éxodo de bailarines (es un problema para casi todas las compañías cubanas de ahora mismo) y mucha gente temió que desapareciera.

Elio Oreste Reyna, un bailarín formado bajo la guía de Velázquez, asumió hace poco la gran responsabilidad de sacar adelante el trabajo de un grupo que cubre un amplio espectro: desde la danza moderna hasta el folclor.

Elio es joven, pero tiene ganas de trabajar y se siente muy comprometido con el futuro de su agrupación.

¿Cuáles son los retos que asumes al dirigir una compañía con el historial de Danza Libre?

—Son muchos retos, pues esta compañía cuenta con una historia marcada por la alta calidad de sus obras y el alto nivel técnico y artístico de sus miembros. El primer reto que enfrento junto a mi equipo de profesores es elevar el nivel técnico del renovado elenco con el que hoy cuenta la compañía.

¿Hasta qué punto rindes homenaje a esa larga tradición? ¿Mantienes algunas obras del repertorio más reconocido de la compañía?

—Pienso que la mejor manera de rendir homenaje a estas dos personas responsables de que en Guantánamo se gestara un movimiento dazario con tanta calidad (Elfrida y Alfredo) es no permitir que se pierda lo que para ellos fue su más preciados tesoro, la compañía; además, hay que mantener vigentes las obras más representativas que catapultaron a Danza Libre a los mejores escenarios del país y el extranjero; hablo de coreografías como Oratorio a Elfrida, Intimidad, Lorca, Un Último Poema, Mujer sin título...

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¿Cómo enfrentas el fenómeno de la falta de bailarines profesionales? Muchos abandonan la provincia para partir a La Habana.

—El fenómeno del éxodo de bailarines es muy común en estos tiempos y ha afectado siempre a diferentes aspectos de la cultura.

Es cierto que dificulta un poco el trabajo, pues la gran mayoría de los bailarines académicos ya apenas concluyen sus prácticas en las compañías locales, se trasladan a otras ciudades fundamentalmente a la capital o a instalaciones de turismo. Pero esto no frena el trabajo, sólo lo hace más lento, pues tenemos que dedicar tiempo para formar bailarines que no pertenecen a la Academia.

A pesar de que es un trabajo que requiera de mucha paciencia, es hermoso cuando obtienes los resultados esperados y en este punto se encuentra la compañía. Yo sólo quiero personas que amen tanto como yo esta profesión y que a ella se dediquen con sacrificio y pasión; del resto nos encargamos los profesores y claro, es importante el empeño de los bailarines.

¿Hasta qué punto te propones mantener el equilibrio entre la danza folclórica y la contemporánea?

—Pienso que mantener las dos líneas estéticas al mismo nivel en la compañía también es una manera de rendirles homenaje a sus precursores, por eso hago y haré todo lo que esté a mi alcance porque se mantengan estas dos líneas estéticas como sello distintivo mientras me encuentre dirigiendo esta compañía. Si cambiaran, no sería Danza Libre.

¿Cuáles son las prioridades del trabajo de la compañía ahora mismo?

—Las prioridades del trabajo de la compañía en estos momentos son elevar el nivel técnico y artístico de los bailarines y músicos que integran el joven elenco; rescatar y mantener la obras más significativas del repertorio; y crear un nuevo repertorio con las nuevas tendencias de la danza, que distinga esta nueva generación de la compañía si perder los principios y características de siempre.

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¿Cómo valorarías la nueva etapa de trabajo?

—Esta nueva etapa de trabajo es muy positiva para todos los integrantes del grupo pues temos la oportunidad de formarnos y crecer juntos, y aprender de nuestros errores y aciertos. Esto ha permito que se creen lazos de afectos y compañerismo y que poco a poco la compañía, a pesar de no contar con su sede, factor imprescindible para la estabilidad del trabajo, esté recuperando el terreno perdido.

¿Por qué insistes en trabajar con Danza Libre?

—Danza Libre es mi casa, mi escuela, es la compañía que me permitió crecer como artista y hasta como persona, razones suficientes para sentirme enamorado de esta institución y continuar dándolo todo por ella. Además Guantanamo me ha recibido como un hijo -es de la provincia de Granma-, así me siento y le devuelvo ese amor con mi trabajo diario en Danza Libre, tesoro para los guantanameros.

¿Qué sientes que puedes aportar a la historia de la agrupación?

—Pienso que mi aporte a la compañía estará marcado primeramente por la exigencia, la disciplina y la calidad artística, para de esta forma crear un repertorio novedoso que sin perder la estética trabajada desde sus inicios, marque la diferencia de esta nueva etapa.

¿En algún momento sentiste que la compañía podía desaparecer?

—Es un temor que acompaña siempre a los que tomamos este camino, pero mi confianza y la fuerza del espíritu de Elfrida y Alfredo siempre acompañan cada paso de la compañía. Así sean dos o una sola persona las que queden, el legado estará vivo. Yo pienso que a 28 años de fundados hemos pasado por muchos contratiempos, pero algo me dice, me asegura que los 30 años vendrán con tremenda fuerza, como los inicios y si me preguntan más, habrá Danza Libre más allá de los 50 y yo quiero estar ahí para verlo.

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Tomado de Cubasí

Comentarios   

0 #1 julito 07-05-2018 14:00
Te felicito Elio!!!se pensaba que Danza Libre desaparecería, pero llegaste tú, con la guía de Alfredo.Adelante!!!!
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